jueves, 17 de junio de 2010


Las universidades deben asumir el protagonismo en la generación de conocimientos: José Sarukhán Kermez
El ex rector de la UNAM sostiene que las instituciones de educación superior deben
romper con la tendencia, incrustada en la sociedad y permitida por las autoridades, de verlas solamente como un escalón en la formación académica y no como el motor
de la investigación del país
Las instituciones de educación superior deben ocupar su sitio central en la generación del conocimiento en el país. Pasar de ser vistas solamente como un espacio para la preparación académica de millones de jóvenes que están en sus aulas a un papel más protagónico.
Para el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Sarukhán Kermez, es momento de que se transforme la visión que limita el papel de las instituciones. Tienen que ser éstas el motor que impulse la investigación del país.
Hay que romper con esa tendencia, que está incrustada muy en el fondo de la sociedad, la cual percibe a las universidades como un trámite obligatorio para la titulación de los jóvenes y nada más. Se pierde el valor real y la razón de ser de las instituciones de educación superior.
Una tendencia, explica el doctor en Ecología, en la cual ha tenido que ver el descuido de parte de las autoridades y de los encargados de construir y operar las políticas públicas en la materia.
En entrevista con Campus,Sarukhán Kermez plantea que las universidades son las instancias en las cuales se desarrolla gran parte de la investigación del país y por ende deben ser vistas como el motor primordial en la generación de ese conocimiento.
Sin embargo, como lo reconoce el investigador y hoy Coordinador Nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), el apoyo sostenido a la ciencia no se ha dado con la suficiente fuerza como se requiere para un despegue más marcado.
Si bien la investigación en el país ha tenido avances muy importantes en los últimos años y se ha dado mayor reconocimiento a la labor de los científicos, se está muy lejos del escenario idóneo para alcanzar mayores resultados.
Asimismo, habla de su labor como investigador en un área que ha tenido un crecimiento considerable en las últimas décadas, la cual no interrumpió a pesar de tener en sus manos los destinos de la Máxima Casa de Estudios.
De su paso por la rectoría de la UNAM, a la cual dirigió durante dos periodos, Sarukhán Kermez se limita a señalar que una vez que se ha pasado por semejante responsabilidad, es impensable apartarse de la realidad y el escenario de la educación superior.

Más allá del tránsito académico
El rectorado de José Sarukhán Kermez, durante el periodo de 1986 a 1997, se caracterizzó por apoyo muy firme a la ciencia y la investigación de esa casa de estudios, producto de sus raíces y su formación científica.
Fue en estos años cuando se propició el fortalecimiento de las instancias colegiadas existentes y la de los consejos académicos de área de las Ciencias Biológicas y de la Salud, de las Ciencias Físico-Matemáticas y de las Ingenierías, de las Humanidades y de las Artes, y de las Ciencias Sociales; el Consejo del Bachillerato, el Consejo de Difusión Cultural y el Consejo del Sistema Bibliotecario.
Durante su gestión se creó el Centro de Investigaciones sobre América del Norte y tuvo lugar la transformación de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza. Entre las múltiples acciones encaminadas a estimular el desarrollo científico del país, se apoyaron los proyectos de desarrollo académico multidisciplinario en diversos puntos de la República: Cuernavaca, Ensenada, Morelia y Juriquilla, en Querétaro.
Para fortalecer la planta académica, se diseñaron e implantaron programas de estímulos a la productividad y al rendimiento académico: el de Primas al Desempeño, el de Estímulos a la Productividad y al Rendimiento del Personal Académico de Asignatura, el de Fomento a la Docencia para Profesores e Investigadores de Carrera, y el de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Docente.
Asimismo, desde su visión como científico y desde la más alta responsabilidad al interior de la UNAM, Sarukhán Kermez desarrolló el Programa Jóvenes a la Investigación, se crearon los programas universitarios de Investigación y Desarrollo Espacial, de Medio Ambiente, de Estudios de Género y de Estudios sobre la Ciudad, así como la apertura del Museo de las Ciencias Universum.
Durante su gestión se modificaron más de la mitad de los planes y programas de estudio a nivel de licenciatura, se modificó el Reglamento General de Estudios de Posgrado, se expandió el uso del cómputo y de las telecomunicaciones y se implantó el Programa de Modernización del Sistema Bibliotecario.
Hoy, a más de diez años de distancia, y con la certeza que le da el camino recorrido durante este tiempo, sostiene que las instituciones de educación superior no han podido dar un salto cualitativo en el desarrollo científico.
Para el biólogo y autor de diversos artículos, las universidades deben convertirse en el centro de la generación de conocimiento. Ése es su papel y en ello deberían centrarse en los años siguientes.
Se trata de una labor que “las instituciones de educación superior no deben hacer a un lado porque se trata de una de las funciones más importantes que no se ha reconocido ni valorado como debiera ser; su importancia es fundamental en el desarrollo de la investigación, pero no se ha trabajado lo suficiente”.
Sin embargo, comenta que se trata de una tarea que no es exclusiva de las instituciones de educación superior, sino que demanda de la acción colectiva de todos los actores que intervienen en este sector.
Desde los encargados de diseñar e instrumentar las políticas públicas en la materia, hasta la sociedad misma, la cual ha desvirtuado el papel que tienen éstas y las perciben solamente como un tránsito hacia la obtención de un grado académico.
“La gente no entiende que las universidades no sirven solamente para dar un título a sus hijos, no se trata simplemente de eso, su función va más allá, se trata de darles un mayor impacto como impulsoras de la ciencia”, sostiene Sarukhán Kermez.
Y es aquí donde el investigador y miembro del Colegio Nacional plantea la necesidad de trabajar de manera coordinada para tratar de cambiar un enfoque que siempre ha estado presente y no solamente en estos últimos años.
“Cómo hacer para que esto cambie, tenemos que convencer a los que tienen que ver en esto, en las diferentes instancias gubernamentales, pero también a la sociedad. Este país es lo que es en una gran medida gracias a la investigación que se ha hecho en las universidades públicas, de alguna forma esto no queda claro en la gente y tampoco en la mente de los gobernantes”, señala.
Es parte de un enfoque con el que se ha atacado la falta de apoyo a la ciencia y la tecnología en el país, así como la desatención que ha enfrentado la educación superior sin que se haya atendido de manera decidida la situación.
“Es parte de una visión que se le ha dado a la educación superior, a la ciencia, y eso se refleja a final de cuentas en una ausencia de elementos que de verdad impulsen, pero sobre todo valoren en su justa dimensión la importancia y el efecto que puede generar la ciencia en un país”, plantea.

El desarrollo científico
Para el autor de Las Musas de Darwin y decenas de ensayos, si bien la ciencia y la investigación en México han tenido avances sustanciales y ahora se cuenta con mayores condiciones para desarrollar ambas actividades, la situación está lejos de ser la más indicada.
El ex rector de la UNAM considera que frente a las necesidades y los problemas que aquejan actualmente a la sociedad, las universidades se encuentran en desventaja porque no están diseñadas para impulsar y fomentar a fondo la investigación como en verdad se requeriría.
“Los fenómenos y problemas de la sociedad son muy complejos, ni nuestras universidades están diseñadas para impulsar y reconocer la investigación multidisciplinaria; no existen los suficientes mecanismos de apoyo para las universidades, no existe una visión de que ahí es el lugar primordial de la generación de conocimiento”, insiste.
Sarukhán Kermez enfatiza que México carece de una visión a largo plazo para apoyar a la ciencia y la investigación, por lo que se tienen solamente esfuerzos aislados y dispersos que demandan una mayor coordinación. O al menos, expresa, si lo que se quieren son resultados mucho más tangibles.
Además, plantea quien fuera también director del Instituto de Ecología de la UNAM, que una verdadera política de fomento a la ciencia en el país tendría que pasar por el reconocimiento de la diversidad que existe en la educación superior. No se puede ofrecer la misma solución para todas las instituciones que conviven en el escenario nacional.
“Hay que analizarlo bien, se requiere de un cambio que no se ha dado en el país, no es un solo tipo de universidad, estamos hablando de una diversidad que no ha sido recocida a plenitud y por eso es que se necesitan modificaciones en esa visión”, puntualiza el ex rector.
Lo central en esta discusión, agrega el científico y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del que de hecho fue uno de los pioneros, es que toda esta deficiencia es parte de una visión que no se ha podido modificar desde hace tiempo.
“Se debiera recompensar y valorar adecuadamente el desarrollo de la investigación; pero se trata de un asunto que es complicado porque el país no ha considerado a la educación superior durante décadas”, expresa.
Al referirse a la evolución que ha tenido la ciencia en todos estos años, el investigador comenta que por un lado han cambiado las condiciones de manera significativa.
“Pero esto no quiere decir que estemos en jauja, ni que estemos en el mejor de los mundos, pero la dimensión del cambio ha sido muy grande, en la capacidad institucional, en la reglamentación o normatividad para estimular y valorar el trabajo de investigación, en los recursos para hacer investigación y en una diversificación que no existía en ese tiempo.
“Cuando yo regresé al doctorado, en el año de 1972, era la primera persona con un doctorado en ecología y ahora tan sólo en el Instituto de Ecología de la UNAM, hay alrededor de 70 haciendo el doctorado, son cambios como ése en un área que me resulta cercana, pero sin duda ocurre en muchas otras áreas”, comenta Sarukhán Kermez.
No obstante, considera el ex rector de la UNAM, esto de ninguna manera quiere decir que ya se tenga el escenario más adecuado para el desarrollo y el ejercicio de estas actividades.
Hace falta fortalecer todas las estrategias de vinculación, de impulso a la formación de científicos y de apoyo a la educación superior para sus áreas de investigación. De lo contrario, expresa, no se da el valor real a este sector.
“A veces ni siquiera tenemos los elementos para hacerle justicia al potencial humano e institucional que está en las universidades, en las instituciones de educación superior, pero sobre todo para que esa investigación tenga impactos en México, que se asuma, se use y se estimule; para llegar a esa correlación, nos falta mucho ahí mucho para poder avanzar todavía”, comenta.
Es, a decir de Sarukhán Kermez, un proceso que no debe detenerse. “No podemos decir ‘ya llegamos a la cima, a donde teníamos que llegar’, no hay cimas en esto, es un trabajo abierto, permanente que se debe ir adaptando a las necesidades, a las capacidades institucionales”.

De por vida
El ex rector de la UNAM no olvida que su labor científica fue interrumpida cuando arribo a ocupar el máximo cargo en esa institución. Sin embargo, recuerda que la inquietud por la investigación nunca lo dejó del todo. Una combinación entre labores administrativas y proyectos que intentó siempre continuar.
“Poco fue lo que pude continuar desarrollando porque mi trabajo era principalmente de de campo, hacía mi investigación en las estaciones de Biología de la UNAM, en la costa del Pacífico, en la costa del Golfo, fundamentalmente, lo que tuve que hacer ahí fue seguir con los grupos que afortunadamente se habían formado ya, ir dirigiendo algunas cosas, canalizar con ellos datos.
“Es decir, nunca salí del Sistema Nacional de Investigadores, a pesar de que por 14 años nunca cobré un peso, pero siempre quedé evaluado, me hacían mi evaluación cada que correspondía y eso me da gusto. Me reconfortaba el hecho de que la gente puede hacer administración académica, pero al mismo tiempo investigación”, rememora.
Ahora, la situación es distinta. De regreso al cien por ciento a la investigación, el escenario de la educación superior, el diseño y discusión de políticas públicas en la materia es el que lo llama. Es una labor que nunca va a abandonar del todo.
“Cuando se ha estado metido, primero como profesor y luego como investigador, pero después con las responsabilidades administrativas que me correspondieron al frente de una institución como la UNAM, uno no puede desentenderse, ni de broma, de la importancia de la educación superior, es algo que lleva ya uno en la médula”, finaliza.
Una trayectoria llena de biología
José Sarukhán Kermez obtuvo el título de biólogo en la Facultad de Ciencias de la UNAM, el de maestro en Ciencias en el Colegio de Posgraduados de Chapingo y el de doctor en la Universidad de Gales, en la Gran Bretaña. Su trabajo se ha enfocado en la demografía y ecología de poblaciones de plantas; en la demografía comparativa de árboles; en estudios de ciclos biogeoquímicos en selvas tropicales; en estudios sobre la biodiversidad de México, y en problemas ambientales globales y de desarrollo sustentable, así como en la educación superior y su relación con el desarrollo científico.
Durante los recientes 31 años ha sido investigador, primero del Instituto de Biología de la UNAM, del cual también fue director entre 1979 y 1986, y desde 1986 del Instituto de Ecología, del cual es fundador.
Además de sus labores de investigación, Sarukhán, quien es considerado uno de los ecólogos latinoamericanos con mayor reconocimiento académico, ha planeado e integrado el Grupo de Ecología del Instituto de Biología, que cuenta con el primer proyecto de posgrado de la especialidad en el país.
En 1992 fundó, con el apoyo gubernamental, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), de la cual funge, de forma honoraria, como coordinador nacional por designación presidencial desde su inicio.
Ha sido asesor y presidente de numerosos organismos nacionales e internacionales; ha recibido distinciones de las sociedades botánicas de Estados Unidos y de México, además del Premio Nacional Forestal (1979) y el Premio de la Academia de la Investigación Científica (1985), de la cual también fue presidente. Durante el desempeño de este puesto, jugó un importante papel en la creación e instauración del Sistema Nacional de Investigadores. Asimismo, obtuvo también el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Ciencias Físico-matemáticas y Naturales (1990). Ha sido coordinador de la Investigación Científica de la UNAM (1986-1988) y rector de esa institución por dos periodos. Asimismo, es miembro de la US National Academy of Sciences (1993) y de la Royal Society of London (2003), y ha recibido seis doctorados honoríficos de universidades de México y de otros países. En el año 2000 fue nombrado comisionado para el Desarrollo Social y Humano en el gabinete presidencial entrante, puesto al cual renunció en febrero de 2002.
Cabe señalar que el ex rector de la UNAM es miembro del Colegio Nacional desde 1987.

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