Pide el nuevo arzobispo de Acapulco “que no se excluya a nadie del desarrollo integral”
Mariana Labastida Custodiado por policías llegó el nuevo arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, a todas las actividades que realizó ayer en su primer día como encargado de la arquidiócesis.
Hizo un llamado a la unidad durante la misa celebrada por la tarde y pidió a los sacerdotes ser los protagonistas de la iglesia para que la economía se organice a partir de la solidaridad y la democracia sea realmente el poder del pueblo.
Mientras que a los laicos les pidió aceptar el desafío en todos los ámbitos de la sociedad, económico, ambiental, educativo, de salud y defensa de los derechos humanos, “para construir juntos la libertad del hombre, su dignidad y la edificación de una sociedad justa”.
Por la mañana fue a un desayuno en la parroquia de San José de Puerto Marqués, y al mediodía juró fidelidad a la iglesia e hizo su profesión de fe en la catedral, antes de que le fuera entregado el báculo como arzobispo en sucesión de Felipe Aguirre Franco, en la celebración que se realizó en el salón Teotihuacán del Centro de Convenciones.
A las seis de la tarde inició la toma de protesta canónica de Carlos Garfias Merlos como nuevo arzobispo de Acapulco, y al concluir la primera misa presidida por él —luego de recibir el báculo, el palio y las letras apostólicas—, agradeció a los que acudieron a la ceremonia, tanto a las autoridades civiles del municipio y del estado como a los del estado de México y los diferentes municipios que conformaban la diócesis de Nezahualcóyotl.
También agradeció a su familia, a los sacerdotes y religiosas que lo acompañaron.
Se despidió de la iglesia de Nezahualcóyotl, a la cual dijo le duele dejar, y expresó que nunca se podrá borrar la herida de amor que le dejó su paso por la diócesis de ese municipio mexiquense.
Agradeció a los fieles que lo dejaran venir a Acapulco a “cumplir la voluntad del padre”, ante lo cual dijo viene con la esperanza de renovar su compromiso con Dios.
En el tema episcopal dijo que de nada le sirve a la iglesia la inclusión, por lo que con su lema en “Cristo es nuestra paz”, espera que se dé una trasformación para que la comunidad se agrupe en una comunión que permita desaparecer las divisiones y antagonismos, en donde “el santo y el pecador, el casado y el divorciado, el heterosexual y el homosexual, el sobrio y el drogadicto, la niña y el niño, el joven y el anciano, el hombre y la mujer” sumados experimenten nuevamente la gracia del amor de Dios.
A los sacerdotes de la arquidiócesis los llamó a unirse para que juntos se esfuercen para que la provincia de Acapulco tenga una vida digna, “me uno en su caminar para que reconozcamos en comunidad que la condenación crea división, que la reconciliación crea oportunidad de cambio, de trasformación, de un nuevo comienzo, que nos permite descubrir cuál es la voluntad de Dios”
Los invitó a ser los protagonistas de la iglesia católica “para que donde nos encontremos podamos crear una sociedad diferente, para que la economía se organice a partir de la solidaridad, para que la democracia sea realmente el poder del pueblo y participación responsable”.
Convocó a reconocer la diversidad cultural del estado y que esta sea captada como riqueza de los pueblos, para que se respete el medio ambiente y biodiversidad con la que cuenta el estado de Guerrero, “incidamos, hermanos laicos, para que la sociedad sea un espacio plural en el que no se excluya a nadie del desarrollo integral”, y afirmó que con los laicos la iglesia podrá contribuir a la recomposición de la sociedad.
“Aceptemos el desafió de que en todos los ámbitos de nuestra sociedad se pueda vivir con plena conciencia y responsabilidad, que podamos expresar nuestro ser católico y éste incida en una mejor economía, en la defensa del medio ambiente, en la educación, en la defensa de los derechos humanos, en una mejor participación ciudadana, en la salud y alimentación, en la creación de mejores condiciones de vida”, dijo.
Previo a la entrega del mando, el arzobispo Felipe Aguirre Franco dirigió un mensaje a los asistentes, y resaltó la importancia del relevo pastoral que es parte de la vida de la iglesia, y con lo que se busca fortalecer los procesos de evangelización.
Manifestó que el lema con el que llegó el nuevo arzobispo, “Cristo es nuestra paz”, es para recordar una verdad olvidada, ya que en la región que comprende la arquidiócesis se tienen “amenazas para la paz”, dos de las más visibles, dijo, son la pobreza extrema de muchos de los guerrerenses y la violencia generada por el crimen organizado.
Agregó que la iglesia quiere ser un signo de unidad en un mundo lleno de rupturas, de enfrentamiento y divisiones, y con esas expectativas presentó al nuevo arzobispo con quien dijo “la iglesia católica quiere acompañar a nuestros pueblos guerrerenses en sus gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias para edificar el reino de Dios con la fuerza del evangelio”.
Al final de su mensaje agradeció la presencia de los arzobispos de Morelia, Alberto Suárez; de Chihuahua, Constancio Miranda; de Tulancingo, Domingo Díaz; de Yucatán, Emilio Verlín; de Oaxaca, José Luis Chávez, así como de los obispos de Cuernavaca, Ciudad Guzmán, Morelia, Puerto Escondido, Lázaro Cárdenas, Toluca, Tlaxcala, Ahuatlán, Teotihuacán, Nuevo Laredo, Atlacomulco, Tula, Orizaba, Ciudad Altamirano, Apatzingán, Tuxpan y Veracruz, entre otros.
A la misa de toma de protesta canónica de Carlos Garfías Merlos como arzobispo asistió el alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños; el senador David Jiménez Rumbo; el diputado local Héctor Vicario Castrejón; la diputada local Guadalupe Gómez Maganda; el diputado federal Armando Ríos Piter; el ex gobernador del estado de Hidalgo, Manuel Ángel Núñez Soto; así como funcionarios municipales de Acapulco y representantes del gobernador del estado de México, Roberto Herrera, y del presidente municipal de Nezahualcoyotl, Pablo Tort Ortega.
A bordo de unos 30 autobuses llegaron feligreses de las diócesis de Nezahualcóyotl, Ciudad Altamirano, Tuxpan, Michoacán y Morelos, que sumados a los sacerdotes provenientes de las diferentes diócesis y feligreses de Acapulco sumaban unas 4 mil 500 personas, de acuerdo con el ayuntamiento.
Al terminar la misa, dentro del salón Teotihuacán se preparó un área para ofrecer una cena al nuncio apostólico, los arzobispos, obispos y sacerdotes, mientras que en la explanada afuera del recinto se ofrecieron bocadillos, refrescos y paletas para el resto de los asistentes.
Al llegar a Acapulco, el nuevo arzobispo fue recibido por feligreses de la parroquia de San José de Puerto Marqués, donde desayunó en compañía del nuncio Christopher Pierre; el arzobispo Felipe Aguirre Franco y demás clérigos, quienes fueron recibidos con música de chile frito y mariachi.
Posteriormente se trasladó al zócalo, donde un centenar de feligreses e integrantes del Grupo de Liturgia de la Unión Femenina Católica Mexicana lo recibieron con porras y banderitas amarillas que tenían escrita la palabra “bienvenido”, que lo acompañaron hasta la catedral donde se realizó la celebración de la profesión de la fe y juramento de fidelidad.
Desde el aeropuerto, a su llegada, lo escoltaron 20 policías municipales y estatales, así como policías viales y una ambulancia que seguían de cerca el vehículo donde iba el nuevo arzobispo y permanecieron alrededor de la catedral durante la ceremonia.
En la celebración presidida por el nuncio apostólico, Christopher Pierre dijo a los feligreses que Garfias Merlos había sido elegido por Dios para ayudar a vivir en la fe, ya que “la fe del pastor es la fe del pueblo” y es responsabilidad de nuevo arzobispo enseñar la fe de la iglesia y vivirla plenamente, en los diferentes ámbitos, como es la familia, trabajo, política, en todo lo que se haga.
Garfías Merlos leyó el credo, como parte de la profesión de la fe, y juró siempre ser fiel a la iglesia católica y apostólica, a seguir las costumbres expuestas por la iglesia, y se comprometió a realizar las tareas apostólicas que le fueron encomendadas como arzobispo, de trasmitir la fe.
“Fomentaré la disciplina común a toda la iglesia, así como la observancia a todas las leyes eclesiásticas”, y cuidar los bienes temporales de la iglesia, documentos que firmó después como parte del compromiso que hizo.
Durante la oración se pidió para que se encuentre en Garfias Merlos “a un hermano que ama a todos”, que trabaje solidariamente con los organismos pastorales y gobierno civil para la construcción “de aquella esperanza que no defrauda”, para que mantenga la fe apostólica y misionera de la arquidiócesis, y encuentre en quienes pertenecen a la diócesis colaboradores de su misión.
Después, el nuevo arzobispo comió con alcaldes y diputados en un salón del hotel Crowne Plaza.
En la mesa principal estuvo el nuevo arzobispo de Acapulco, a su lado izquierdo Felipe Aguirre Franco, el alcalde de Acapulco Manuel Añorve Baños, la diputada local Guadalupe Gómez Maganda, Amelia Batani de Leyva, esposa del presidente estatal del PRI, Efrén Leyva; el presidente de la Comisión de Gobierno, Héctor Vicario, el diputado federal perredista Armando Ríos Piter; el subsecretario de asuntos religiosos Marco Antonio Moreno, y el representante del papa en México, el nuncio apostólico Christopher Pierre.
En mesas cercanas estuvieron los alcaldes priístas de San Marcos, Arturo Heredia Agatón; de Tecpan, Nadín Torralba, además de Coyuca de Benítez, Merced Valdovinos Diego, y los diputados locales Celestino Cesáreo, Carlos Granda y Francisco Torres.
Añorve Baños y Ríos Piter se saludaron hasta que terminó la comida, que consistió en crema de elote, medallones de res, y de postre pastel de tres leches.
Fue un saludo cordial pero rápido, sin las demostraciones de afecto que el priísta tiene con otros políticos perredistas. Todos los políticos de la mesa central se tomaron una fotografía con el nuevo arzobispo.
Antes, el representante del gobernador Zeferino Torreblanca, el subsecretario de Asuntos Religiosos, dio la bienvenida a monseñor Carlos Garfias e indicó que su llegada a Guerrero se traduce en confianza por los conocimientos que posee del estado y que seguro que en su nueva responsabilidad continuará trabajando arduamente por los guerrerenses para responder a los desafíos que enfrenta la sociedad.
Expresó la disposición y voluntad gubernamental para avanzar en el desarrollo integral del estado.
Al arzobispo Aguirre Franco le reconoció su contribución al mejoramiento social y destacó la creación del Consejo Interreligioso, el cual, dijo, fue imprescindible para la tolerancia religiosa.
Mariana Labastida Custodiado por policías llegó el nuevo arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, a todas las actividades que realizó ayer en su primer día como encargado de la arquidiócesis.
Hizo un llamado a la unidad durante la misa celebrada por la tarde y pidió a los sacerdotes ser los protagonistas de la iglesia para que la economía se organice a partir de la solidaridad y la democracia sea realmente el poder del pueblo.
Mientras que a los laicos les pidió aceptar el desafío en todos los ámbitos de la sociedad, económico, ambiental, educativo, de salud y defensa de los derechos humanos, “para construir juntos la libertad del hombre, su dignidad y la edificación de una sociedad justa”.
Por la mañana fue a un desayuno en la parroquia de San José de Puerto Marqués, y al mediodía juró fidelidad a la iglesia e hizo su profesión de fe en la catedral, antes de que le fuera entregado el báculo como arzobispo en sucesión de Felipe Aguirre Franco, en la celebración que se realizó en el salón Teotihuacán del Centro de Convenciones.
A las seis de la tarde inició la toma de protesta canónica de Carlos Garfias Merlos como nuevo arzobispo de Acapulco, y al concluir la primera misa presidida por él —luego de recibir el báculo, el palio y las letras apostólicas—, agradeció a los que acudieron a la ceremonia, tanto a las autoridades civiles del municipio y del estado como a los del estado de México y los diferentes municipios que conformaban la diócesis de Nezahualcóyotl.
También agradeció a su familia, a los sacerdotes y religiosas que lo acompañaron.
Se despidió de la iglesia de Nezahualcóyotl, a la cual dijo le duele dejar, y expresó que nunca se podrá borrar la herida de amor que le dejó su paso por la diócesis de ese municipio mexiquense.
Agradeció a los fieles que lo dejaran venir a Acapulco a “cumplir la voluntad del padre”, ante lo cual dijo viene con la esperanza de renovar su compromiso con Dios.
En el tema episcopal dijo que de nada le sirve a la iglesia la inclusión, por lo que con su lema en “Cristo es nuestra paz”, espera que se dé una trasformación para que la comunidad se agrupe en una comunión que permita desaparecer las divisiones y antagonismos, en donde “el santo y el pecador, el casado y el divorciado, el heterosexual y el homosexual, el sobrio y el drogadicto, la niña y el niño, el joven y el anciano, el hombre y la mujer” sumados experimenten nuevamente la gracia del amor de Dios.
A los sacerdotes de la arquidiócesis los llamó a unirse para que juntos se esfuercen para que la provincia de Acapulco tenga una vida digna, “me uno en su caminar para que reconozcamos en comunidad que la condenación crea división, que la reconciliación crea oportunidad de cambio, de trasformación, de un nuevo comienzo, que nos permite descubrir cuál es la voluntad de Dios”
Los invitó a ser los protagonistas de la iglesia católica “para que donde nos encontremos podamos crear una sociedad diferente, para que la economía se organice a partir de la solidaridad, para que la democracia sea realmente el poder del pueblo y participación responsable”.
Convocó a reconocer la diversidad cultural del estado y que esta sea captada como riqueza de los pueblos, para que se respete el medio ambiente y biodiversidad con la que cuenta el estado de Guerrero, “incidamos, hermanos laicos, para que la sociedad sea un espacio plural en el que no se excluya a nadie del desarrollo integral”, y afirmó que con los laicos la iglesia podrá contribuir a la recomposición de la sociedad.
“Aceptemos el desafió de que en todos los ámbitos de nuestra sociedad se pueda vivir con plena conciencia y responsabilidad, que podamos expresar nuestro ser católico y éste incida en una mejor economía, en la defensa del medio ambiente, en la educación, en la defensa de los derechos humanos, en una mejor participación ciudadana, en la salud y alimentación, en la creación de mejores condiciones de vida”, dijo.
Previo a la entrega del mando, el arzobispo Felipe Aguirre Franco dirigió un mensaje a los asistentes, y resaltó la importancia del relevo pastoral que es parte de la vida de la iglesia, y con lo que se busca fortalecer los procesos de evangelización.
Manifestó que el lema con el que llegó el nuevo arzobispo, “Cristo es nuestra paz”, es para recordar una verdad olvidada, ya que en la región que comprende la arquidiócesis se tienen “amenazas para la paz”, dos de las más visibles, dijo, son la pobreza extrema de muchos de los guerrerenses y la violencia generada por el crimen organizado.
Agregó que la iglesia quiere ser un signo de unidad en un mundo lleno de rupturas, de enfrentamiento y divisiones, y con esas expectativas presentó al nuevo arzobispo con quien dijo “la iglesia católica quiere acompañar a nuestros pueblos guerrerenses en sus gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias para edificar el reino de Dios con la fuerza del evangelio”.
Al final de su mensaje agradeció la presencia de los arzobispos de Morelia, Alberto Suárez; de Chihuahua, Constancio Miranda; de Tulancingo, Domingo Díaz; de Yucatán, Emilio Verlín; de Oaxaca, José Luis Chávez, así como de los obispos de Cuernavaca, Ciudad Guzmán, Morelia, Puerto Escondido, Lázaro Cárdenas, Toluca, Tlaxcala, Ahuatlán, Teotihuacán, Nuevo Laredo, Atlacomulco, Tula, Orizaba, Ciudad Altamirano, Apatzingán, Tuxpan y Veracruz, entre otros.
A la misa de toma de protesta canónica de Carlos Garfías Merlos como arzobispo asistió el alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños; el senador David Jiménez Rumbo; el diputado local Héctor Vicario Castrejón; la diputada local Guadalupe Gómez Maganda; el diputado federal Armando Ríos Piter; el ex gobernador del estado de Hidalgo, Manuel Ángel Núñez Soto; así como funcionarios municipales de Acapulco y representantes del gobernador del estado de México, Roberto Herrera, y del presidente municipal de Nezahualcoyotl, Pablo Tort Ortega.
A bordo de unos 30 autobuses llegaron feligreses de las diócesis de Nezahualcóyotl, Ciudad Altamirano, Tuxpan, Michoacán y Morelos, que sumados a los sacerdotes provenientes de las diferentes diócesis y feligreses de Acapulco sumaban unas 4 mil 500 personas, de acuerdo con el ayuntamiento.
Al terminar la misa, dentro del salón Teotihuacán se preparó un área para ofrecer una cena al nuncio apostólico, los arzobispos, obispos y sacerdotes, mientras que en la explanada afuera del recinto se ofrecieron bocadillos, refrescos y paletas para el resto de los asistentes.
Al llegar a Acapulco, el nuevo arzobispo fue recibido por feligreses de la parroquia de San José de Puerto Marqués, donde desayunó en compañía del nuncio Christopher Pierre; el arzobispo Felipe Aguirre Franco y demás clérigos, quienes fueron recibidos con música de chile frito y mariachi.
Posteriormente se trasladó al zócalo, donde un centenar de feligreses e integrantes del Grupo de Liturgia de la Unión Femenina Católica Mexicana lo recibieron con porras y banderitas amarillas que tenían escrita la palabra “bienvenido”, que lo acompañaron hasta la catedral donde se realizó la celebración de la profesión de la fe y juramento de fidelidad.
Desde el aeropuerto, a su llegada, lo escoltaron 20 policías municipales y estatales, así como policías viales y una ambulancia que seguían de cerca el vehículo donde iba el nuevo arzobispo y permanecieron alrededor de la catedral durante la ceremonia.
En la celebración presidida por el nuncio apostólico, Christopher Pierre dijo a los feligreses que Garfias Merlos había sido elegido por Dios para ayudar a vivir en la fe, ya que “la fe del pastor es la fe del pueblo” y es responsabilidad de nuevo arzobispo enseñar la fe de la iglesia y vivirla plenamente, en los diferentes ámbitos, como es la familia, trabajo, política, en todo lo que se haga.
Garfías Merlos leyó el credo, como parte de la profesión de la fe, y juró siempre ser fiel a la iglesia católica y apostólica, a seguir las costumbres expuestas por la iglesia, y se comprometió a realizar las tareas apostólicas que le fueron encomendadas como arzobispo, de trasmitir la fe.
“Fomentaré la disciplina común a toda la iglesia, así como la observancia a todas las leyes eclesiásticas”, y cuidar los bienes temporales de la iglesia, documentos que firmó después como parte del compromiso que hizo.
Durante la oración se pidió para que se encuentre en Garfias Merlos “a un hermano que ama a todos”, que trabaje solidariamente con los organismos pastorales y gobierno civil para la construcción “de aquella esperanza que no defrauda”, para que mantenga la fe apostólica y misionera de la arquidiócesis, y encuentre en quienes pertenecen a la diócesis colaboradores de su misión.
Después, el nuevo arzobispo comió con alcaldes y diputados en un salón del hotel Crowne Plaza.
En la mesa principal estuvo el nuevo arzobispo de Acapulco, a su lado izquierdo Felipe Aguirre Franco, el alcalde de Acapulco Manuel Añorve Baños, la diputada local Guadalupe Gómez Maganda, Amelia Batani de Leyva, esposa del presidente estatal del PRI, Efrén Leyva; el presidente de la Comisión de Gobierno, Héctor Vicario, el diputado federal perredista Armando Ríos Piter; el subsecretario de asuntos religiosos Marco Antonio Moreno, y el representante del papa en México, el nuncio apostólico Christopher Pierre.
En mesas cercanas estuvieron los alcaldes priístas de San Marcos, Arturo Heredia Agatón; de Tecpan, Nadín Torralba, además de Coyuca de Benítez, Merced Valdovinos Diego, y los diputados locales Celestino Cesáreo, Carlos Granda y Francisco Torres.
Añorve Baños y Ríos Piter se saludaron hasta que terminó la comida, que consistió en crema de elote, medallones de res, y de postre pastel de tres leches.
Fue un saludo cordial pero rápido, sin las demostraciones de afecto que el priísta tiene con otros políticos perredistas. Todos los políticos de la mesa central se tomaron una fotografía con el nuevo arzobispo.
Antes, el representante del gobernador Zeferino Torreblanca, el subsecretario de Asuntos Religiosos, dio la bienvenida a monseñor Carlos Garfias e indicó que su llegada a Guerrero se traduce en confianza por los conocimientos que posee del estado y que seguro que en su nueva responsabilidad continuará trabajando arduamente por los guerrerenses para responder a los desafíos que enfrenta la sociedad.
Expresó la disposición y voluntad gubernamental para avanzar en el desarrollo integral del estado.
Al arzobispo Aguirre Franco le reconoció su contribución al mejoramiento social y destacó la creación del Consejo Interreligioso, el cual, dijo, fue imprescindible para la tolerancia religiosa.
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