jueves, 22 de septiembre de 2011

'Leer es rebelarse contra el mercado'
 
Hay una diferencia sustancial entre el ebook y el libro impreso, dijo Manguel.
Foto: Héctor García
El escritor argentino Alberto Manguel afirma que los libros, digital e impreso, son complementarios
Jorge Ricardo
Ciudad de México (21 septiembre 2011).- Si no se apresura, si no lee más rápido que antes de Cristo, si no valora lo superficial, si no consume, si está solo ¿a quién le sirve un lector? "Al sistema económico, no, está claro", afirmó el autor de Una historia de la lectura, Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948).
"Leer es un acto de rebeldía contra el mercado", expuso.
El argentino participó en el Simposio Internacional del Libro Electrónico. Ahí, reafirmó el poder de los lectores: "siempre han suscitado toda clase de temores: temor al arte de resucitar un mensaje, temor al espacio secreto entre un lector y su libro, y de los pensamientos engendrados, temor al lector individual que puede, a partir de un texto, redefinir el universo y rebelarse contra las injusticias".
Pero antes, en entrevista, se refirió al sistema económico contra el que, incluso sin saberlo, se rebela un lector.
"Un consumidor tiene que tener como característica no pensar, ser superficial, valorar lo breve, lo inmediato, todas ellas contrarias a lo que requiere la lectura", criticó.
En 1996, Manguel, lector para un Borges ciego, autor de la Guía de lugares imaginarios, publicó su historia de la lectura, un volumen que parte hace 5 mil años, con las imágenes de dos tablillas halladas en Siria, de arcilla y con la probable inscripción: "Aquí hubo diez ovejas".
La edición de ese libro, publicada por Almadía y Conaculta, será presentada hoy a las 19:30 horas en el Centro Cultural Bella Época.
"Pensé que me hacía falta un capítulo sobre la lectura electrónica, y después me di cuenta que lo que escribía por la mañana ya era viejo por la tarde".
En todo caso, estas discusiones recientes se encuentran, de algún modo, en su monumental obra. Por ejemplo, cita un diálogo de Platón: el rey de Egipto rechaza la escritura porque cree que se dejará de ejercitar la memoria.
En su conferencia, "El futuro de los lectores" en el Museo de Antropología, Manguel pondría otros ejemplos recientes y muy antiguos, con apariencia de inmediatos.
Las tablillas mesopotámicas, parecidas a BlackBerrys, dieron paso al papel porque la arcilla impedía escribir en sus márgenes. Séneca, en Roma, advertía que acumular libros no es sabiduría. Séneca lo dijo en el siglo I de nuestra era, recordó Manguel, pero lo pudo haber dicho ahora: "Acumular información electrónica no es sabiduría".
Entonces el escritor retomó un tema iniciado antes: ¿a quién le convienen las sentencias de que, ahora sí, el libro impreso podría desaparecer? Al mercado, dijo.
"Quieren vender tecnologías a toda costa. Dicen que el impreso es anticuado, pero ese es un discurso de comerciantes, no de intelectuales".
Marca una diferencia sustancial entre el ebook y el libro impreso: Las investigaciones neurológicas, citó, han revelado que mediante la lectura de caracteres debajo de la superficie se desarrollan funciones visuales relacionadas con el volumen y la perspectiva, mientras que la lectura sobre la superficie, en el papel, exige del cerebro funciones parecidas al pensamiento.
"Concebir y pensar son funciones esenciales, necesarias y complementarias: necesitamos concebir el mundo a través de imágenes y necesitamos pensar el mundo a través de palabras".
Manguel reivindicó su derecho a elegir. Es su poder de lector, frente al mercado, dijo. Un lector, que se compara con Aristóteles, Virgilio, María Magdalena o Borges. ¿Humildad o arrogancia? "Creo que los lectores, una raza olvidada, relegada a un rincón de la sociedad, recuperemos el orgullo de ser lectores y que recordemos que formamos una congregación universal de un poder incalculable".

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