Pandemia silenciosa y de largo plazo: diabetes mellitus
Ricardo Femat*
Griselda Quiroz**
Dado que en la actualidad hay millones de pacientes diagnosticados y que, más aún, se estima que otro tanto de diabéticos no ha sido diagnosticado, es innegable la relevancia de la investigación científica para comprender y atacar el problema de manera integral
La palabra pandemia se ha incrustado en nuestro lenguaje cotidiano desde que los medios de comunicación empezaron a dar cobertura amplia a padecimientos y preocupaciones por el virus A/H1N1. Este hecho tiene razones importantes, pues incluye implicaciones de salud y económicas de propagación mundial. Sin embargo, esta enfermedad no es el único padecimiento humano que debe ser vigilado por ser pandémico. Si bien a la fecha no se sabe ni sospecha que la diabetes mellitus (DM) sea originada por virus alguno, sus implicaciones tienen dimensiones mundiales en términos de muertes e impacto económico.
La Federación Internacional de la Diabetes ha reportado que la prevalencia mundial se incrementará en, al menos, dos puntos porcentuales de 2007 a 2025. En la figura 1 se muestra la comparación porcentual de 2007 a 2025, donde puede notarse que, por ejemplo, se espera que haya 14 diabéticos por cada 100 mexicanos. Si consideramos que, según el Consejo Nacional de Población, se estima habrá casi 120 millones de mexicanos en territorio nacional, entonces el estimado asciende a más de 12 millones de diabéticos, entre 20 y 79 años de edad, sólo en México.
Ahora bien, los fallecimientos debidos a diabetes también son alarmantes. El porcentaje respecto del total de muertes en mujeres mexicanas atribuibles a DM fue mayor a 20 por ciento en 2007 y para varones se encontró entre 10 y 14 por ciento.
Todos estos datos coinciden con el reporte 2002 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Sistema de Salud mexicano (SSA). La OMS ha estimado que el mayor aumento de pacientes se dará en países en desarrollo, llegando a 300 millones de diabéticos a 2025 y más de 360 millones para 2030, siendo los más afectados los países en desarrollo (ver las proyecciones hechas por la OMS en la figura 2). Por su parte, la Secretaría de Salud reportó oficialmente que se estiman 100 mil muertes atribuibles a diabetes para 2012.
En términos económicos, se ha estimado que, sólo en la SSA, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores (ISSSTE), los costos en México aumentaron 26 por ciento para 2005 respecto de 2003. Se ha estimado que para 2005 el costo total ascendió a 317.6 millones de dólares (mdd), distribuidos en 140.4 por costos directos debidos a tratamientos para DM y sus complicaciones (como nefropatía y padecimientos cardiovasculares, entre otros) y 177.2 mdd en costos indirectos, por ejemplo, aquellos debidos a mortalidad e incapacidades laborales, etcétera.
Es decir, ya hace casi un lustro que los costos en salud pública sólo por tratamiento de diabetes, sus complicaciones e implicaciones son asombrosos. Considerando las predicciones y estimaciones discutidas arriba, en el futuro cercano los números serán de escándalo.
Hasta el momento, la estrategia de salud pública para atacar la problemática de la diabetes se ha centrado mayormente en compañas de prevención. Las estrategias de prevención son invaluables para reducir el riesgo y, de ser efectivas, el número de casos. Pero dado que en la actualidad hay millones de pacientes diagnosticados y que, más aun, se estima que otro tanto de diabéticos no ha sido diagnosticado, es innegable la relevancia de la investigación científica para comprender y atacar el problema de manera integral.
El panorama mundial hace evidente la amplísima necesidad de incrementar el conocimiento y el desarrollo de tecnología para el tratamiento de la diabetes mellitus. Ya hemos observado la fragilidad del aparato de salud mexicano con la pandemia de influenza, mostrando una clara debilidad por no haber definido políticas científicas de largo plazo. La pandemia silenciosa de la diabetes mellitus nos asecha y aún estamos a tiempo de fortalecer nuestras capacidades de respuesta ante esta pandemia silenciosa.
* Jefe de la División de Matemáticas Aplicadas del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, AC (IPICYT). Correo: rfemat@ipicyt.edu.mx.
** Posdoctorante en el Centro de Innovación, Investigación y Desarrollo en Ingeniería y Tecnología de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Ricardo Femat*
Griselda Quiroz**
Dado que en la actualidad hay millones de pacientes diagnosticados y que, más aún, se estima que otro tanto de diabéticos no ha sido diagnosticado, es innegable la relevancia de la investigación científica para comprender y atacar el problema de manera integral
La palabra pandemia se ha incrustado en nuestro lenguaje cotidiano desde que los medios de comunicación empezaron a dar cobertura amplia a padecimientos y preocupaciones por el virus A/H1N1. Este hecho tiene razones importantes, pues incluye implicaciones de salud y económicas de propagación mundial. Sin embargo, esta enfermedad no es el único padecimiento humano que debe ser vigilado por ser pandémico. Si bien a la fecha no se sabe ni sospecha que la diabetes mellitus (DM) sea originada por virus alguno, sus implicaciones tienen dimensiones mundiales en términos de muertes e impacto económico.
La Federación Internacional de la Diabetes ha reportado que la prevalencia mundial se incrementará en, al menos, dos puntos porcentuales de 2007 a 2025. En la figura 1 se muestra la comparación porcentual de 2007 a 2025, donde puede notarse que, por ejemplo, se espera que haya 14 diabéticos por cada 100 mexicanos. Si consideramos que, según el Consejo Nacional de Población, se estima habrá casi 120 millones de mexicanos en territorio nacional, entonces el estimado asciende a más de 12 millones de diabéticos, entre 20 y 79 años de edad, sólo en México.
Ahora bien, los fallecimientos debidos a diabetes también son alarmantes. El porcentaje respecto del total de muertes en mujeres mexicanas atribuibles a DM fue mayor a 20 por ciento en 2007 y para varones se encontró entre 10 y 14 por ciento.
Todos estos datos coinciden con el reporte 2002 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Sistema de Salud mexicano (SSA). La OMS ha estimado que el mayor aumento de pacientes se dará en países en desarrollo, llegando a 300 millones de diabéticos a 2025 y más de 360 millones para 2030, siendo los más afectados los países en desarrollo (ver las proyecciones hechas por la OMS en la figura 2). Por su parte, la Secretaría de Salud reportó oficialmente que se estiman 100 mil muertes atribuibles a diabetes para 2012.
En términos económicos, se ha estimado que, sólo en la SSA, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores (ISSSTE), los costos en México aumentaron 26 por ciento para 2005 respecto de 2003. Se ha estimado que para 2005 el costo total ascendió a 317.6 millones de dólares (mdd), distribuidos en 140.4 por costos directos debidos a tratamientos para DM y sus complicaciones (como nefropatía y padecimientos cardiovasculares, entre otros) y 177.2 mdd en costos indirectos, por ejemplo, aquellos debidos a mortalidad e incapacidades laborales, etcétera.
Es decir, ya hace casi un lustro que los costos en salud pública sólo por tratamiento de diabetes, sus complicaciones e implicaciones son asombrosos. Considerando las predicciones y estimaciones discutidas arriba, en el futuro cercano los números serán de escándalo.
Hasta el momento, la estrategia de salud pública para atacar la problemática de la diabetes se ha centrado mayormente en compañas de prevención. Las estrategias de prevención son invaluables para reducir el riesgo y, de ser efectivas, el número de casos. Pero dado que en la actualidad hay millones de pacientes diagnosticados y que, más aun, se estima que otro tanto de diabéticos no ha sido diagnosticado, es innegable la relevancia de la investigación científica para comprender y atacar el problema de manera integral.
El panorama mundial hace evidente la amplísima necesidad de incrementar el conocimiento y el desarrollo de tecnología para el tratamiento de la diabetes mellitus. Ya hemos observado la fragilidad del aparato de salud mexicano con la pandemia de influenza, mostrando una clara debilidad por no haber definido políticas científicas de largo plazo. La pandemia silenciosa de la diabetes mellitus nos asecha y aún estamos a tiempo de fortalecer nuestras capacidades de respuesta ante esta pandemia silenciosa.
* Jefe de la División de Matemáticas Aplicadas del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, AC (IPICYT). Correo: rfemat@ipicyt.edu.mx.
** Posdoctorante en el Centro de Innovación, Investigación y Desarrollo en Ingeniería y Tecnología de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
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