domingo, 13 de junio de 2010

Cada moneda en México guarda un trozo de historia
Cada moneda acuñada en México guarda un trozo de nuestra historia
En este lugar cada moneda es considerada una medalla que cuenta un trozo de la historia nacional, un instante de tiempo atrapado en metal donde se aprecia su valor, significado y contenido histórico. Es la Casa de Moneda de México la que resguarda más de 500 ejemplares que cuentan con este espíritu.
“Una moneda no es sólo una pieza que construye la economía de un país, sino una parte de la cultura que lo caracteriza, reflejando sus distintos momentos históricos, sin dejar de perder esa energía emocional, esa magia, que proviene de los recuerdos asociados a nuestra infancia”, señaló en entrevista Raúl Montalvo, director del recinto.
Con 475 años de historia y con arquitectura del siglo XVII, la Casa de Moneda conserva la colección numismática más importante del país y cuenta con ejemplares acuñadas en 1535, como las llamadas Carlos y Juanas que aluden a la reina Juana de Castilla, conocida como Juana La Loca y su hijo el rey Carlos I de España, quienes autorizaron la fundación de la primera casa de moneda en lo que hoy es América.
Las Carlos y Juanas son monedas de figura irregular que se realizaron a mano y martillo, técnica utilizada hasta 1732 en México. Su apariencia física es como si un perro las hubiera mordisqueado por la orilla, pero José Lázaro Zamudio, encargado del Acervo Numismático, dice que eso tiene una explicación.
En ese tiempo, señala, cuando una persona recibía una Carlos y Juana que eran de oro y plata, le limaban alguna orilla “para hacer su guardadito” y entonces al paso de los años aquellas monedas quedaban irreconocibles, hasta que llegó un momento en que los comerciantes dejaron de recibirlas por su valor facial.
Con la invención de la imprenta, se usó una prensa de torillo para la acuñación de monedas redondas con un canto que evitara la “costumbre” de cercenarle pedacitos a las piezas y quedó prohibida su mutilación.
Al llegar la Independencia, los caminos fueron inseguros e imposible enviar monedas a las provincias del país. Hubo robos y las monedas escasearon en los lugares más remotos, añade Lázaro Zamudio.
Entonces el gobierno virreinal autorizó la fabricación de piezas en regiones apartadas que contaran con las herramientas, siempre y cuando se apegaran a los diseños, pesos y diámetros de la Casa de Moneda, situación que en su momento también aprovecharon los insurgentes para acuñar sus propias monedas.
Las monedas insurgentes plasmaron por primera vez el águila que se convertiría en símbolo de identidad. Pero un dato, añade, es que en esas monedas prevaleció la leyenda: “Fernando Séptimo, rey de España y de las Indias”, con lo cual se supone que los insurgentes buscaban ser gobernados por Fernando Séptimo, quien por entonces permanecía recluso en Francia.
Cuando Morelos encabezó el movimiento insurgente rompió todo vínculo con España y se plasmó en las monedas de ocho y cuatro reales, se borró la leyenda y se instauraron las primeras monedas fiduciarias, las que no correspondían a la ostentada nominalmente.
Morelos emitió sus monedas en cobre, con la promesa de que al fin de la guerra de Independencia haría el cambio a plata como estaba indicado por ley, cosa que no alcanzó a ver y todo lo contrario, perdura hasta nuestros días.
Cuenta que con el tiempo se usó tanto la palabra “peso”, para referir el gramaje de las monedas. “La palabra se hizo común en las transacciones comerciales y llegó un momento en que se consideraría la palabra para su denominación como unidad monetaria, tal como se conoce ahora.
Sería Maximiliano de Habsburgo quien hizo oficial el decreto para denominar como “peso” a la unidad monetaria que antiguamente era el “real”.
Un aspecto importante de la moneda es su valor numismático, ya que “el valor de una moneda antigua o rara no tiene un precio oficial, sólo está en función del precio que una persona le quiere dar de acuerdo a su necesidad, por lo que una moneda de diez centavos puede valer desde diez hasta miles de pesos”, explicó Lázaro Zamudio.
Por eso, dice, en nuestra colección existe una vitrina, la más consentida, la llamada: Ventana de los recuerdos, con monedas reconocibles para la mayoría del público contemporáneo, como la de diez pesos con el busto de Miguel Hidalgo, la de cinco pesos con la efigie de Cuauhtémoc y la de diez centavos con el calendario Azteca.
En el siglo XX la depreciación del oro y el alza en el precio de la plata hizo que se dejara de acuñar monedas de plata, debido a que su valor como metal era mucho más alto que el nominal.
Pero un detalle importante es que desde hace 16 años el diseño de las monedas está inspirado en elementos del Calendario Azteca, y sólo se usan materiales como el acero inoxidable, una aleación de bronce aluminio y cobre con cuproníquel. Actualmente las monedas se acuñan con un procedimiento moderno en el estado de San Luis Potosí.
Actualmente la Casa de Moneda —Apartado 13, Centro Histórico— presenta la muestra fotográfica colectiva El patrimonio industrial a través de la lente y el obturador, que refleja la inquietud de diversos artistas por captar y vincular los procesos productivos y la fabricación de la moneda mexicana, para dejar un testimonio gráfico que perdure la memoria de su instrumental y la tradición del arte de acuñar.
Anécdotas
El Morelos de 5 mil dólares
La moneda de un peso de 1949 con la efigie de José María Morelos, por un error administrativo, se acuñó con una ley de plata superior a la establecida. Cuando el Banco de México lo notó intentó retirarlas de circulación, pero algunas piezas fueron irrecuperables, así que con el tiempo los coleccionistas lo detectaron y por ende se elevó su precio, hasta alcanzar la cifra de cinco mil dólares.
La moneda de un kilo de peso
También existe una moneda conmemorativa que la Casa de Moneda no tiene. Pesa un kilo, es de plata y en su portada tiene los escudos nacionales de diferentes épocas y data de mediados del siglo XX, pero para obtenerla este recinto debe comprarla al Banco de México en 10 mil pesos.
Los aros olímpicos
Durante los Juegos Olímpicos de 1968 se acuñaron las monedas olímpicas, pero se detectó que el diseño estaba mal, ya que los aros olímpicos estaban caídos y debían estar totalmente horizontales. Se trató de retirar de circulación, pero con lo sucedido con la moneda del 49, se optó por sacar ambas versiones a circulación.

No hay comentarios: