El imbécil culto y realizado
Juan Antonio Coderch de Sentmenat (1913-1984) fue uno de los grandes arquitectos europeos del siglo XX. Quizá por elitista, quizá por conservador, quizá porque era un caballero de los que aún hablaban del honor, ni él ni su obra son hoy tan famosos como merecen. Poseía una virtud no muy abundante en el ramo de la arquitectura, el sentido común, y decía verdades tan obvias como aplastantes. En el libro Conversaciones con J. A. Coderch de Sentmenat, de Enric Soria, se incluye esta frase: “No hay nada peor que un imbécil culto y realizado”.
Es una frase que siempre tengo presente. Sabiendo que, como la mayoría, tiendo a la imbecilidad, procuro culturizarme lo mínimo y mantener mi vida cerca de la orilla del fracaso.
Confío en que no parezca demasiado oportunista hablar en estos momentos de Raymond Domenech. No hay más remedio que hacerlo. Recuerden que el periodismo es básicamente oportunismo y unas cuantas cosas más que ahora no recuerdo. Y subrayo que no tengo intención de hacer leña del árbol caído. Hago notar que considero a Domenech un hombre culto y realizado; en pocas crónicas sobre él encontrarán hoy dos elogios tan rotundos. También le considero, por supuesto, un imbécil. La imbecilidad, insisto, es una cualidad muy frecuente entre los hombres. Y, en principio, del todo respetable
Es una frase que siempre tengo presente. Sabiendo que, como la mayoría, tiendo a la imbecilidad, procuro culturizarme lo mínimo y mantener mi vida cerca de la orilla del fracaso.
Confío en que no parezca demasiado oportunista hablar en estos momentos de Raymond Domenech. No hay más remedio que hacerlo. Recuerden que el periodismo es básicamente oportunismo y unas cuantas cosas más que ahora no recuerdo. Y subrayo que no tengo intención de hacer leña del árbol caído. Hago notar que considero a Domenech un hombre culto y realizado; en pocas crónicas sobre él encontrarán hoy dos elogios tan rotundos. También le considero, por supuesto, un imbécil. La imbecilidad, insisto, es una cualidad muy frecuente entre los hombres. Y, en principio, del todo respetable
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