Espacio Civil/Emilio Alvarez Icaza
Sonrisas de Chile… lecciones para México
Las comparaciones son odiosas… pero a veces necesarias. Este es el caso de lo sucedido entre la mina San José en 2010, en Chile, y la mina Pasta de Conchos en 2006, en México. Si bien son distintas las minas, los minerales extraídos, su naturaleza y tipo de accidente, entre otro factores, también podemos ubicar variables comparables en lo que se refiere a la actitud de gobiernos, empresas, sindicatos, sociedades y contextos. Esto es justamente el tema ¿cómo se enfrentaron estas crisis en cada país?
En Chile siguieron trabajando hasta 17 días después del accidente para saber algo de los mineros, cuando recibieron el histórico mensaje: “Estamos bien en el refugio los 33”. En México, se suspendieron las labores de rescate al quinto día, bajo el argumento del riesgo que generaban la alta concentración de metano y de nuevas explosiones. Así, la mina San José se convirtió en fuente de esperanza, vida, orgullo y energía de Chile entero y ejemplo mundial. La mina Pasta de Conchos se convirtió en una fosa común, fuente de dolor, impunidad y vergüenza para México y probablemente para el mundo.
Los chilenos mostraron que la riqueza más valiosa de un país es su gente, que una tragedia y una crisis pueden ser una gran oportunidad. Oportunidades para buscar resolver cosas de fondo, de encontrar causas comunes, de sumar, de salir adelante y de subir. Esto fue lo que sucedió simbólicamente cuando se vio la bandera de Chile que “subía y salía” en la cápsula Fénix con el primer minero rescatado.
En esa cápsula subieron además: las posibilidades de transformación de la industria minera en Chile y de respeto a los mineros; la decisión de cambio de las condiciones de seguridad de todas las minas para que esto nunca más se repita; el mensaje a las empresas, que se vale hacer negocios pero no a costa de la seguridad de los trabajadores; más energías para enfrentar las trágicas consecuencias del terremoto y tsunami de febrero pasado, la oportunidad de nueva vida para los 33 mineros y sus familias, y una interminable lista de cosas más.
Esto es parte de lo que México se perdió por cómo se enfrentó la tragedia en Pasta de Conchos, Coahuila. A casi cinco años, nosotros seguimos sin saber qué fue lo que en realidad sucedió, ni siquiera hemos rescatado los cuerpos de 63 mineros, aumentando el dolor de familiares y deudos, incluso se ha perseguido y amenazado a la abogada que les asesora, Cristina Auerbach, quien hasta ha tenido que salir de México en busca de protección ante distintas amenazas, mismas que se han extendido al equipo de derechos humanos que lidera el obispo de Saltillo, Raúl Vera.
Alguien dijo en Twitter: “En Chile encontraron y rescataron con vida a 33 personas que estaban a 700 metros bajo tierra… en México ni siquiera pudieron encontrar a una niña debajo de su colchón” ¡¡¡!!!. Qué alegría y qué gozo las sonrisas de Chile. ¿Qué tiene que pasar para que en México se hagan realidad esas sonrisas?
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