jueves, 21 de octubre de 2010

Iguala de la ¿independencia?
El regreso de Raúl Tovar Tavera a la presidencia municipal de Iguala tiene varias lecturas, y hay que verlas con cuidado.
Primero, implica que podrían revitalizarse las movilizaciones y protestas que orillaron a su salida, cobijada en el argumento de que abandonaba el cargo por motivos de salud. Como se recordará, el municipio tamarindero había entrado en una fase de ingobernabilidad, en la que los propios regidores pedían la renuncia del edil. Asuntos como el relleno sanitario, la exclusión de opositores para la realización de obras públicas, el nepotismo ostentoso, y las incontables denuncias de corrupción, hicieron que Iguala se paralizara en su funcionamiento, y que colapsara no sólo en lo político, sino en lo administrativo también, pues infinidad de obras quedaron inconclusas y sin que se vea cómo podrían continuar.
Por otro lado, quedó de manifiesto la fallida estrategia del priísmo al relegar a los diputados que decidieron apoyar al candidato de la coalición Guerrero nos une, Ángel Aguirre Rivero, pero que expresaban abiertamente su deseo de seguir apoyando las políticas y las iniciativas del PRI. Al romper con ellos, los priístas perdieron mayoría, y por ende la oportunidad de tomar decisiones importantes. Así, lo que ayer debía ser un asunto de trámite se convirtió en un tema espinoso para el tricolor, pues la nueva mayoría conformada por los partidos coaligados y los diputados aguirristas, simplemente los dejaba fuera de decidir quién gobernará Iguala.
Por eso les pareció más práctico el retorno de Tavera, antes que permitir que un aguirrista, Sergio Abraham Mota Pineda –apoyado por PRD, Convergencia, PT y los ex priístas– quedara al frente de uno de los municipios más importantes del estado.
El caso igualteco desnudó la nueva correlación de fuerzas, y debería prender los focos rojos en el PRI, porque la idea de que si los de enfrente se unieron era porque los priístas están fuertes, podría resultarles contraproducente y darles un buen susto en la elección que viene. Finalmente, queda claro que los priístas perdieron al dejar ir a unos diputados que le juraban fidelidad legislativa, aunque votarían por Aguirre.

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