La izquierda partidaria lucha por las migajas del poder, opina
Señor director:
Nuevamente le encarezco publicar en su prestigiado diario los siguientes comentarios al articulo titulado Guerrero nos une, que apareció publicado el viernes 15 de octubre, en su prestigiado diario, de Cuauhtémoc Sandoval Ramirez, por considerar que siempre es bueno el debate de ideas sobre los problemas de Guerrero y contrastar la visión de los políticos y la de los simples ciudadanos, que al final, somos los que sufirmos las consecuencias de sus ocurrencias.
La primera impresión que deja la lectura del artículo del ex diputado federal perredista es el poco respeto que parece tener por la inteligencia de un pueblo con una historia excepcional, como el de Guerrero, lo cual confirma la visión frívola que la autodenominada izquierda tiene sobre la problemática guerrerense. No es ninguna novedad que la clase política no tenga la mínima idea de las necesidades de la gente, y que hablen del “pueblo” sin saber quien es “el pueblo”, pero lo realmente grave es que con un membrete de izquierda –PRD– se haga demagogia y se diga sin rubor que se tiene un proyecto que en realidad no existe. La autollamada izquierda guerrerense ha desarrollado en los últimos meses una rara virtud: no tiene memoria y, según se ve, olvida rápido y aprende muy lentamente.
El artículo de Sandoval Ramírez confirma también que en Guerrero, los que se suponía que militaban en la izquierda hace mucho que cambiaron la reflexión sobre los problemas para reducirlos a consignas huecas que no espantan a nadie, se olvidaron de los principios y los negociaron por cargos en la burocracia o puestos de representación (y si son pluris, ¡¡¡mejor!!!); no saben leer un contexto como el guerrerense y su preocupación fundamental es no quedar fuera del presupuesto para “no vivir en el error”. Sin principios ni proyecto, la izquierda rápidamente se corrompe y termina reproduciendo lo mismo que dice negar.
En ese contexto, las preguntas para el ex diputado Sandoval que no se pueden soslayar –por lo que él mismo afirma en su artículo– son las siguientes:
¿Cómo pretende convocar la burocracia del PRD –que se dice de izquierda–, para que se vote a su favor, si no presenta ninguna alternativa a los problemas más sentidos de la gente? Esa izquierda que no tiene proyecto, ¿tendrá en cuenta que una cosa es ganar una elección y que otra cosa es ganar el poder?
¿Que quiere decir realmente cuando afirma que “...la coalición Guerrero nos Une será el elemento aglutinador de todos los guerrerenses que queremos un verdadero cambio en lo económico, en lo político y social...” si no se ve cuál es el proyecto de la izquierda? ¿Cómo le van a hacer estos próceres revolucionarios que tan acostumbrados están a subir por la escalera de la izquierda y rápidamente bajar por las alfombradas gradas de la derecha para convencer a una militancia que los ha visto pasar por los cargos gubernamentales sin que esto les haya significado el mínimo mejoramiento de sus condiciones de vida? ¿Se acordarán realmente de los pobres si no saben quiénes son los indígenas, los migrantes o las mujeres que trabajan haciendo labores domésticas para ganarse unos pesos para sobrevivir?
Finalmente, ¿cuál es el sentido de presentarse como lo que no se es o como lo que se ha dejado de ser? Menciono esto, porque por más que uno lea el artículo del ex diputado, la conclusión es la misma: hoy ya no se sabe en qué se diferencia la derecha de la izquierda y hasta el centro ha perdido su sentido. Hoy la izquierda partidaria que conocemos lucha por las migajas de poder –jugosas por cierto, pero migajas– y no por lo que antes decia hacerlo: la transformación social.
La otra diferencia que es difícil entender es cuando afirma que “lo que está en juego son dos proyectos para el estado de Guerrero...”, cuando la ausencia de proyecto es más que evidente y lo único que se puede mirar es una lucha despiadada por el poder entre las burocracias que regentean a las partidocracias, igualmente ambiciosas y corruptas.
Si es cierto aquello que la corrupción del hombre está precedida por el lenguaje, hoy es un hecho que la demagogia está terminando por pervertir a la democracia y, de manera colateral, ha terminando pudriendo a las dirigencias de lo que se decía que era la izquierda en Guerrero.
Sin duda que urge repensar la izquierda, pero por fuera de los marcos ortodoxos y más allá de la demagogia de la partidocracia.
Con el afecto de siempre.
Humberto Santos Bautista
Profesor investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 12ª Chilpancingo, Gro.
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