viernes, 15 de octubre de 2010

Mexicana gana el premio Global Water 2010 por estudios en tratamiento de agua
El tratamiento de aguas residuales para su reutilización en la agricultura debe tener un manejo diferente, donde se mantengan nutrientes como el fósforo y el nitrógeno, que son importantes elementos para el crecimiento de cultivos, señaló Blanca Jiménez, investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM. Este es uno de los puntos de la investigación de la científica, con repercusiones mundiales, principalmente en países en desarrollo, que le valió el Global Water Award 2010, el premio más importante de la Asociación Internacional del Agua.
La también coordinadora de la Red de Agua de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) refirió en conferencia que en países desarrollados templados estos elementos provocan que los lagos y ríos se fertilicen provocando un problema llamado tropicación acelerada: el crecimiento de plantas, como el lirio acuático, que consumen oxígeno y propician la muerte de peces.
Sin embargo, en países en vía de desarrollo en zonas tropicales y regiones áridas la situación es distinta. Tan sólo en México, explicó, dos terceras partes del agua negra se desecha en el suelo. “Por tanto, la presencia de nitrógeno y fósforo son benéficos para los campos de cultivo, al dar fertilizantes a agricultores pobres o disminuyendo el consumo de los de tipo químico, que contaminan el suelo”.
De acuerdo con la investigadora –la primera persona de un país en vías de desarrollo en obtener el galardón Global Water Award, el más importante en cuanto a agua se refiere–, el hallazgo cambia la concepción de normas y sistemas de tratamiento del líquido, de manera principal en aquellas que establecen eliminarlos. Esto no sólo significa reutilizar los elementos, sino además significa un ahorro significativo en el tratamiento de las aguas residuales, indicó.
Esta es tan sólo una de las aportaciones de la científica, empero tiene un enlace vital con otro problema que enfrentará la agricultura en el futuro en menos de medio siglo.
“Este trabajo también se enmarca en la necesidad de promover e incrementar el saneamiento y calidad del agua en países en desarrollo, pero además de recuperar el fósforo. Esto considerando que en alrededor de 40 años no habrá fuentes de extracción para utilizarlo en fertilizantes, por lo que se buscan métodos para recuperarlo”.
NO INTENCIONAL. Pero las aportaciones del trabajo de Blanca Jiménez son estructurales, puesto que el tema no puede desvincularse de dos aspectos más para entender mejor el problema del tratamiento de aguas residuales. Fundamentalmente reconocer que se reusa de manera no planificada.
La también Premio Nacional de Ciencias y Artes refirió que en el país comúnmente se dice que no se reutiliza el agua, cuando es uno de los que más lo hace, aunque no de manera planeada.
“El hecho de que en la literatura, los libros y los mismos gobiernos este uso no planeado se soslaye, ha hecho que no se controle aún. Mi contribución es definir que se debe reconocer tanto el planeado y como el que no”. La especialista puntualizó que entre sus estudios encontró que a nivel mundial en la agricultura se utilizan diez veces más las aguas negras que las tratadas. “Por lo que el primer paso y más importante para controlar el reuso del agua no planeado es reconocerlo”.
Pero las aguas negras tratadas no sólo contienen nitrógeno y fósforo que fertilizan los cultivos en Tula después de recibir la descarga que desecha la ciudad de México, conservan contaminantes y residuos orgánicos perniciosos para la salud.
Enfermedades parasitarias provocadas por helminto (lombrices) son comunes cuando se consumen vegetales regados con aguas negras: los huevecillos viajan en este líquido y son muy resistentes al cloro, desinfección o luz ultravioleta. En este sentido, la científica también ha desarrollado métodos para controlar este tipo de enfermedades, capaz de inactivar los huevecillos.
GESTIÓN EN EL PAÍS. La científica de la UNAM puntualizó que para hacer una gestión correcta del agua residual en el país se deben estimar las circunstancias de cada zona para hacerlo de manera eficiente.
Esto es, dijo, en el norte y altiplano donde se utilice el agua para riego se deben promover procesos de tratamiento con un cuidadoso control de las enfermedades y que mantengan a la vez el fósforo y nitrógeno.
Mientras que en el sureste del país, donde hay grandes ríos, agregó, se tienen que implementar sistemas de tratamiento que remuevan además materia orgánica. “Además, se debe entender que muchas regiones son de bajos recursos y tenemos que hacer una comparación pertinente entre plantas de alto costo mecanizadas y otras menos costosas y accesibles para la población rural”.
Pero además de adecuar procesos de tratamiento, “nosotros como ciudadanos debemos estar conscientes que debemos conocer la tecnología de las plantas que vamos a pagar con nuestros impuestos y saber si es lo que necesitamos”.

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