lunes, 8 de noviembre de 2010

Destaca The New York Times exposición del artista guerrerense Nicolás de Jesús
Rosendo Carlos Betancourt Radilla/Chilpancingo
El influyente diario estadunidense The New York Times publicó una entrevista con el artista plástico guerrerense Nicolás de Jesús Salazar e hizo buenas críticas a su exposición en el Museo de Arte Neuberger titulado La ironía de los esqueletos: Los amates de Nicolás de Jesús.
La nota periodística está firmada por la reportera Susan Hodara quien anota que los temas de los que se ocupa el guerrerense oriundo de Ameyaltepec en el municipio de Eduardo Neri (Zumpango), son la inmigración ilegal y el poder corruptor del dinero. En las obras del artista plástico, explica, se nota la influencia del célebre pintor mexicano José Guadalupe Posadas.
La publicación indica que la exposición está compuesta por una selección del autor de 1990 a 2009 y todas las piezas son grabados impresos en amate, un papel “que fue utilizado por las sociedades indígenas precolombinas para producir manuscritos sagrados”.
A su vez, relata que a Nicolás de Jesús le enseñó la técnica su padre cuando tenía sólo 8 años en Ameyaltepec y de acuerdo con el propio guerrerense “saber que mis ancestros utilizaban esta técnica desde la época prehispánica, me hizo valorarla”.
La periodista anota que Nicolás de Jesús, además de retratar los rituales cotidianos de las comunidades indígenas, como lo es el Día de Muertos que se celebra en México los días uno y dos de noviembre, también aborda temas políticos como la migración y la corrupción de las autoridades.
Explica que cinco de sus trabajos que se presentan en el museo fueron creados en 1990 durante la estancia de Nicolás de Jesús en Chicago. Otra vitrina muestra ocho pequeños grabados que incluyen imágenes eróticas entre esqueletos.
En el grabado Los Olvidados, por ejemplo, docenas de esqueletos incluidos algunos perros inundan el primer plano de camino a la celebración del Día de Muertos; a la distancia, algunas calaveras tocan instrumentos musicales en un panteón y en otra parte, un esqueleto espía en cunclillas cómo al interior de una cabaña, una pareja hace el amor.
Otras dos obras situadas en Ameyaltepec, pueblo ubicado en la zona del Alto Balsas en donde la mayoría de su población es indígena, denominadas Pintores y Procesión al cielo, muestran la casa donde pasó su infancia Nicolás de Jesús y sobresale porque aquí sus personajes no son esqueletos.
En la parte más baja de Pintores, se observa a un niño (quizá el señor De Jesús), sentado con sus padres pintando diferentes motivos en papel amate. Alrededor hay mujeres cocinando, niños jugando, hombres construyendo chozas, gatos, perros, gallinas y cactus gigantes.
En Procesión al cielo, cientos de personas participan en una ceremonia de lluvia, llevando flores, velas e imágenes religiosas en una colina interminable.
La obra de Nicolás de Jesús, indica The New York Times ha sido presentada en Chicago, París, Singapur, Montreal y de acuerdo al experto en arte, Giasson, “el trabajo de Nicolás de Jesús reta a la vanidad y con su ironía recuerda al hombre que en la muerte todos somos iguales”.

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