Tras el cierre de Mexicana de Aviación, invirtieron sus ahorros para lanzar calendario “sexy”
“No somos objeto, sino mujeres de trabajo e inteligentes”: Aeromozas Mexicanas
La dirigente de las sobrecargos, Lizette Clavel, minimiza la iniciativa; “sólo queremos volar”, dicen
Entre las 10 sobrecargos que aparecen en el calendario “Aeromozas Mexicanas: levantando el vuelo” hay una licenciada en economía, otra en relaciones comerciales y una más que fue soprano de Los Diez Pianos; pero a todas las unen las “ganas de volar”Foto José Núñez Arturo Cano
Periódico La Jornada/Miércoles 24 de noviembre de 2010, p. 20
Ania tiene cinco años y, como muchos niños de su edad, un interés juguetón en los aviones: “¡Mira, mamá, allá trabajas tú!”, dice, cuando mira uno sobre el cielo de la ciudad de México. Y su mamá, que se llama Mónica Silva –o la muchacha en bikini del mes de marzo–, dice que sí y aprieta los dientes, porque no ha tenido la fuerza para decirle a su pequeña que no vuela desde agosto.
Mónica y nueve de sus compañeras compartieron hasta hace unos meses el trajín de Mexicana de Aviación, hasta que la aerolínea anunció que dejaba de volar. Con el mismo espíritu de equipo con el que jalaban los carritos en el pasillo del avión o intercambiaban miradas de alerta para luego regañar a los pasajeros reacios a usar el cinturón, 10 jóvenes sobrecargos decidieron invertir sus ahorros o vender sus autos para lanzar un calendario “sexy”.
“Lo hicimos para generar ingresos y para apoyar a quienes se nos quieran unir. Es una demostración de las ganas que tenemos de recuperar nuestros empleos”, dice Delmy Padilla.
Sólo cuando la hechura del calendario estaba en marcha, las sobrecargos se enteraron de que colegas suyas de otras latitudes se les habían adelantado. Así ocurrió con tres ex azafatas de la brasileña Varig, quienes aparecieron desnudas en una revista de las llamadas “para caballeros” hace cuatro años, como una forma de protesta tras ser despedidas. Apenas en marzo pasado, azafatas de la endeudada Air Comet, de capital español, lanzaron también un calendario, en el cual posaron semidesnudas en distintos escenarios aeronáuticos. Así lograron llamar la atención sobre el hecho de que la empresa no les había pagado sus salarios durante 10 meses.
“Pero nosotros no llegamos al full monty”, ríe Gina Itxel Aguilar.
Aunque la audacia de las sobrecargos devolvió reflectores a la cara laboral del conflicto de Mexicana de Aviación, la dirigencia sindical no parece reír mucho con el calendario.
Lizette Clavel, secretaria general de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA), ha sido pródiga en declaraciones que minimizan la iniciativa. La agrupación, ha dicho Clavel, ha batallado largo tiempo para que sus afiliados y afiliadas sean llamadas sobrecargos y no aeromozas ni azafatas. Sobre el calendario, Clavel, quien presume su amistad con el secretario del Trabajo, Javier Lozano, y fue candidata a diputada por el PAN, dice que la iniciativa puede abonar la “visión sexista” sobre el personal de vuelo. Algunos dirigentes sindicales también han afirmado que el calendario tuvo tan escaso eco que las sobrecargos no lograron ni llenar los 12 meses del año.
Desempleadas con el “presidente del empleo”
“Sobraban interesadas. Hicimos casting a muchas, pero al final sólo quedaron las que estaban comprometidas con el proyecto”, dice Ernesto Gilabert, fotógrafo de modas, quien se chutó todo el calendario en un solo día, en una escuela de vuelo de Iguala, Guerrero.
Y estar comprometidas con el proyecto significaba, además de dedicarle tiempo, poner una parte de los más de 100 mil pesos que costó. Los ingresos que se obtengan serán, naturalmente, para las trabajadoras que invirtieron, así como para sus compañeros que ayuden a vender los calendarios, pues todos llevan cuatro meses sin cobrar salarios.
Las sobrecargos del calendario, con antigüedad que va de uno a 13 años, no quieren entrar en polémica con su dirigente sindical. Si decidieron llamar a su trabajo “Aeromozas mexicanas: levantando el vuelo”, fue simplemente porque no querían nombres ni logotipos que las ligaran a Mexicana (la precaución, en víspera de recontrataciones, no es sino una estrategia de sobrevivencia).
Ninguna de las 10 ha tenido, además, una participación activa en la vida de su sindicato. De hecho, metidas de lleno en su calendario y con horarios más rudos que cuando volaban, ni siquiera asistieron a la asamblea donde el pasado domingo la ASSA decidió aceptar la oferta de PC Capital, avalada por el gobierno federal, para dar “mayor viabilidad, solidez y sustentabilidad a la aerolínea”. Para los trabajadores esa formuleja significa simple y llanamente que todos serán liquidados, y que siete de cada 10 no serán recontratados. Y quienes lo consigan verán afectadas seriamente sus conquistas laborales y reducidos sus salarios (sin aumento durante los primeros dos años, además). De las 55 horas de vuelo efectivo al mes que tiene el contrato de los pilotos, por ejemplo, aumentarían a 70, y las sobrecargos pasarían de 51 a 68.
Para la mayoría, no ser recontratadas es un boleto directo al desempleo permanente, a abandonar para siempre el sueño de volver a volar.
“Si tienes más de dos años como sindicalizada, en otras aerolíneas como Interjet o Volaris ya no te contratan”, dice Rosy Arcos, para quien es “muy triste que este gobierno (‘de quien sería el presidente del empleo’) haya perjudicado tanto a los trabajadores”.
“No somos famosas, pero ya nos piden autógrafos”
Por la muy transitada avenida Cuauhtémoc caminan, en orden de aparición en el calendario, las sobrecargos que ilustran de enero a mayo: Coral Pérez (fotógrafa aficionada y quien ideó el proyecto), Ofelia Acordagoytia, Mónica Silva, Rosy Arcos y Claudia Elías.
Tras ellas andan las que pusieron su imagen de julio a noviembre: Luana Lubaggi, Gina Ixtel Aguilar, Samantha Vázquez, Maribel Zavala y Delmy Padilla (en junio y diciembre aparecen las 10).
De camino a un semáforo, donde los colegas de la lente harán sus tomas, dos de las sobrecargos son puestas frente a las críticas de quienes ven en su calendario una expresión degradante que convierte a las mujeres en objetos. “Ninguna de nosotros se piensa como un objeto”, dice Delmy. “Somos mujeres de bien, de lucha y de trabajo. ¡Y somos inteligentes!”
Entre el rojo y el verde, Delmy le pone contenido a su expresión: “Yo soy economista, pero de economista no ganaba nada”. “Y yo soy licenciada en relaciones comerciales por el Politécnico”, le mete el hombro Mónica. “Y ella”, dice señalando a Ofelia, “es soprano”. “Sí, era una de las voces principales del grupo Los Diez Pianos, que tuvo temporada en el Teatro de los Insurgentes.”
Por caminos distintos, aunque casi todas con “ganas de volar” desde siempre, llegaron a Mexicana.
Y hoy atraen las miradas curiosas de algunos transeúntes y automovilistas, y las señales de apoyo y los chiflidos de otros. “¿Ustedes son las del calendario?”, les preguntan aquí y allá. Y ellas contestan con prisa, porque ya parten raudas a otro de sus compromisos. Ya no hay que correr para llegar a tiempo al vuelo, sino al siguiente programa de televisión. “No somos famosas ni nada, pero nos piden autógrafos”, se ríe una de ellas. Antes de emprender el vuelo, corren hacia la banqueta. Mantener ese equilibrio con tamaños tacones debe ser tan difícil como servir café en medio de turbulencias. El empresario Gastón Azcárraga, señalado por tirios y troyanos como el creador de este desastre (y el desempleo para más de seis mil trabajadores), sigue tan campante mientras, en la despedida, Gina Itxel se arranca con el grito que se pierde entre el ruido de los motores: “¡Queremos volar, queremos volar!”
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