Editorial EL UNIVERSAL
Desmesura a la francesa
El presidente francés Nicolás Sarkozy ha llevado demasiado lejos su empeño personal por trasladar a su país a su compatriota Florence Cassez, sentenciada en México a 60 años de prisión por participar en una banda de secuestradores. Al clasificar el caso como asunto de Estado, el mandatario amenazó con empañar el Año de México en Francia haciendo activismo a favor de ella en cada evento programado, lo que fue inaceptable para el gobierno mexicano.
Durante los últimos años, el tema ha sido de constante tensión entre los gobiernos, porque así lo ha querido el mandatario francés, quien ha pedido que Cassez cumpla la condena en territorio de su país. Los abogados mexicanos han insistido que la extradición de la presa no garantiza que no sea dejada en libertad una vez que toque suelo materno, como ha sucedido en otros casos similares. Eso haría que los crímenes, por los cuales aquí se le ha encontrado culpable, queden impunes.
Más allá de errores judiciales que tuvieron que ver con la presentación a los medios de comunicación de la banda de secuestradores a la que pertenecía la ciudadana francesa, durante el resto del proceso que se le siguió las pruebas en su contra fueron suficientes para los jueces, quienes a partir de las evidencias y testimonios del caso fallaron en su contra.
De ahí, el gobierno galo ha usado el tema para desplegar un populismo doméstico, que identifica la detención de una compatriota con una afrenta diplomática, sin reparar en el daño causado a las víctimas. Ya se empañó una visita oficial de Sarkozy a México por culpa del caso Cassez. Después, una vez dictada sentencia definitiva, se escaló el reclamo diplomático y se llamó a los embajadores a consultas, como si lo que estuviera en juego fuera un conflicto entre naciones.
México sólo ha ido acompañando la desmesura de los actos franceses con reacciones diplomáticas del mismo nivel y sentido. El llamado de hoy a boicotear las actividades del Año de México en Francia fue demasiado y se actuó en consecuencia.
Vale esperar que en la medida en que Francia modere sus reclamos, nuestro país pueda bajar también el nivel de represalias, en el entendido de que no hay agravios entre pueblos hermanos, sino un trofeo que los políticos de aquel país han puesto en juego y al servicio de intereses más de grupo que del pueblo de Francia. Urge que recapaciten en tal despropósito
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