Analizan creadores del estado la situación del teatro guerrerense en las Alarconianas
Claudio Viveros Hernández/Taxco de Alarcón
La presencia de dramaturgos y teatristas guerrerenses de varios puntos del estado, artistas de prestigio de México y del extranjero, jóvenes que se inician en el arte teatral y el público creciente han sido el toque de distinción de las Jornadas Alarconianas en su vigésima cuarta edición, y sin lluvias.
En lo que va de estos días, las actividades se acercaron a la treintena con los foros plenos de calidez y la catarsis provocada del llamado del teatro abierto a los diferentes públicos.
La innovación de los fines de semana fue la inclusión del teatro cabaret, donde por cierto ha habido llenos en busca de la diversión, la chorcha y hasta el destrampe sin tapujos con temas relacionados con la iglesia, la política, la crítica social y las alusiones o abiertos diálogos sobre el humor sexoso.
Esa interacción y diálogos con lo local, conectado con la globalización y el entorno han sido también el condimento para nutrir el alma, la imaginación, la palabra y la acción por medio de las voces de teatristas de acá de este lado, del sur, para hacerse escuchar, proponer y plantear las necesidades y un rumbo con nuevas expectativas que se merecen todos.
Tal vez sin proponérselo, el gobierno estatal, el IGC y el ayuntamiento, despertaron bríos contenidos y generaron el momento propicio para Guerrero donde hasta ahora el arte y la cultura han estado a la zaga y que ahora parece surgir para demandar se finque, ahora sí, un destino con certidumbre para el establecimiento de una política cultural y el desarrollo artístico y cultural.
En dos días teatristas con formación académica y otros hechos en el trabajo de las tablas se juntaron en amenas charlas públicas para hablar de lo suyo, los espacios y la gente del otro lado del escenario.
Anécdotas, experiencias, inquietudes, maledicencias, la necesidades de apoyos y espacios fueron recurrentes en esas voces de los acapulqueños Enrique Caballero, Malena Steiner, Raúl Soto y Pedro Escorcia; el chilpancingueño Jaime Figueroa, el calentano Josafat Nava y la declamadora Blanca Reyna al tocar el tema de El teatro en Guerrero, una historia constante.
En una, dos, tres vueltas y en revire hacia el público escucha que tomó la voz, el teatro guerrerense evocó lo que ha pasado en recintos universitarios, en el campo, en las aulas o en espacios oficiales.
Otra mesa de las que se han realizado se fue directo a lo que se llamó El teatro en guerrero, una historia por escribir, que viene a ser una signatura pendiente para orientarla a la gestación de lo que podría ser un nuevo escenario y lo que viene en la dramaturgia, la actuación, la dirección, la escenografía, la iluminación, que integra todo el proceso del trabajo creativo.
Ahí se apostaron y expusieron públicamente sus quehaceres y decires el dramaturgo José Dimayuga, el teatrista Manuel Maciel, el director Carlos Cassani y el dramaturgo Gabriel Brito con la compañía del versátil Víctor Palacios de Chilpancingo en calidad de moderador.
Todo esto y la presencia de actores, dramaturgos y directores de altos vuelos, más muchos que quedaron en el tintero, han condimentado el banquete teatral: Boris Schoeman, Juliana Faesler, la Compañía Nacional de Teatro Clásico Novohispano con su puesta en escena de La prueba de las promesas de Juan Ruiz de Alarcón, Bárbara Colio y anoche la excelentísima actriz Ofelia Medina, han colmado y satisfecho esa necesidad del arte y la cultura en Taxco.
Para los días que faltan, una semana más, la actividad promete tornarse más intensa y la afluencia de públicos que, de voz en voz, hacen palpable el hecho y la magia teatral.
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