domingo, 12 de junio de 2011

El sistema menonita
Recorrer un campo menonita, en Chihuahua, es viajar cinco siglos al pasado. Al desplazarse por esos caminos vecinales se encuentran granjas que son copias fieles de aquellas en las que vivían los labriegos alemanes en Europa del siglo XVI.
Pero no sólo sus construcciones; también sus costumbres, vestidos, y hasta el idioma, son iguales a los de aquella época.
Los menonitas llegaron a México a principios del siglo XX provenientes de Canadá, y encontraron en Chihuahua el lugar ideal para asentarse, siempre manteniendo su forma de vida tradicional, sin mezclarse con la población local y manteniendo vigentes costumbres ancestrales.
Sus comunidades se localizan principalmente en cuatro regiones del estado, y la más importante se ubica en el municipio de Cuauhtémoc, sitio en el que se establecieron originalmente; además de Ojinaga, Casas Grandes y Villa Ahumada.
Los asentamientos se caracterizan por mantener los preceptos bíblicos, de acuerdo con los cuales rechazan las comodidades, lujos o posesiones innecesarias. Es así como rechazan el uso de la energía eléctrica o vehículos automotores; se desplazan en carros tirados por caballos, cocinan en estufas de leña, y sus pozos de agua funcionan por medio de molinos de viento.
Su desinterés por lo material es tal que todos los miembros de la comunidad visten exactamente de la misma forma: los varones usan siempre camisa vaquera a cuadros, pantalón azul con pechera, botas de trabajo, y, quizá la única y mínima variable es que usan sombrero o una cachucha. Las mujeres, desde niñas, usan vestidos negros o azul marino, siempre del mismo corte, así como zapato bajo, sombrero de paja, y chales negros.
Sus casas son semejantes y los graneros se construyen de un mismo modelo, así como la distribución de los animales de corral.
Ese orden social es el que ha permitido a los menonitas una estructura ordenada, en la que la disciplina y una abierta disposición a compartir son la clave para que entre ellos no haya pobres ni ricos, tampoco delincuentes. Los problemas importantes se resuelvan por un Consejo al que todos obedecen.
La escuela menonita tiene un solo maestro, que atiende de manera simultánea todos los grados, sin problemas de indisciplina o falta de atención. El calendario escolar se fija en función del ciclo agrícola para que las vacaciones coincidan con la cosecha, en la que los alumnos deben ayudar a sus familias.
Un niño menonita a los siete años habla alemán alto, alemán bajo, inglés y español.
Su autoridad máxima es el obispo, seguido de los predicadores y pastores, con mayor jerarquía que los jefes civiles de la comunidad.

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