¡Atásquense, pederastas!
El pozo de los deseos reprimidos/Álvaro Cueva
“El gran show de los peques” no es un programa de televisión, es una amenaza social y lo que me da miedo no es que exista sino la enorme recepción que tiene por parte del público y los anunciantes.
Esto significa que eso es lo que queremos, lo que nos gusta, lo que somos. ¿A usted no le da vergüenza? A mí, sí. Mucha.
Por si usted no tiene ni la más remota idea de lo que le estoy escribiendo, ¿qué es “El gran show de los peques”?
El nuevo programa de los domingos por la noche de XEW-TV, el que está en el lugar que alguna vez ocupó “Siempre en domingo”, el más importante, el mejor.
Es el primer derivado de “Pequeños gigantes”, una emisión donde los finalistas de aquel festival infantil están recibiendo la oportunidad de desarrollar su talento cantando, bailando, actuando y haciendo reportajes.
No me pregunte cuál es la relación entre cantar, bailar, actuar y hacer periodismo pero para los responsables de esta monstruosidad son lo mismo.
¿Por qué le digo que esto es una amenaza social si se supone que es algo más o menos como lo que ya se había hecho antes con “Chiquilladas”?
Porque aquí, a diferencia de “Chiquilladas”, se exhibe a los niños como animales de feria, porque se les obliga a decir y a hacer cosas que no entienden, y porque se abusa de su situación de pobreza, ignorancia e inocencia para hacer un espectáculo perverso.
¿A usted no se le hace perverso preguntarle a un niño de edad pre-escolar, en público, qué es una próstata, para provocar que la gente se ría?
¿A usted no se le hace sucio que un niñito se quite la camisa en un “show” de televisión para hacer movimientos cachondos y que la conductora, en lugar de pedirle que se le ponga, le diga: “¡Quítatela!”?
¿Qué va a ser de esos pequeños cuando sean adultos? ¿Qué van a sentir cuando se den cuenta de que los pusieron a hablar de “meadas”, “bubis” y “menopausias”?
¿Esto es lo que queremos hacer con nuestros menores de edad?
Ahora, no nos confundamos, “El gran show de los peques” no es como “Chiquilladas”.
Allá los niños cantaban temas infantiles y hacían unos sketches totalmente blancos que iban de los personajes de los cuentos de hadas a parodias de ciertas caricaturas y programas de televisión, pero siempre con una supervisión extrema.
¿O qué, alguna vez escuchó usted a Anahí, cuando tenía cinco años, aventarse un albur? ¿Usted se acuerda de Pituka y Petaca moviéndose como edecanes de burdel? ¿A usted le tocó escuchar a Lucerito cantando temas para adultos?
Esto no es un juego, es la educación que le estamos dando a nuestros hijos, un esquema a partir del cual ya se están dando por aprobadas esta clase de situaciones, algo que se tiene que discutir.
¿Usted es padre de familia? ¿Usted permitiría, por ejemplo, que a su niña de cuatro años la sentaran en un programa de televisión de manera que lo primero que se le vieran fueran los calzones?
Mire, le puedo escribir un libro completo de puros problemas derivados nada más de lo que usted y yo vimos el 7 de agosto, y no es una cuestión de buen o de mal gusto. Es una cuestión de valores, de educación.
Si usted tiene niños en edad pre-escolar, no me dejará mentir, lo primero que le piden a uno en el kinder es que obligue a sus hijos a pronunciar bien.
¿Y qué hacen en “El gran show de los peques”? Le festejan a una chiquita que diga “Telesa” en lugar de “Teresa”. ¿Eso está bien? ¿Eso es chistoso? ¿Promover que un niño hable mal es divertido?
¿Y qué me dice del racismo? ¿A usted no le llama la atención que en el sketch de “Telesa”, el güero sea el rico y el moreno, el pobre? ¿Eso es lo que le queremos meter en la cabeza a nuestros hijos?
No, y lo más enfermo es que los creadores de este concepto mezclan todo lo que le acabo decir con responsabilidad social. Entre basura y basura, regalan becas para curarse en salud.
¿Así o más hipócritas? Para que vea dónde comienza la doble moral que nos caracteriza.
Quiero pensar que, por lo mismo, Eugenio Derbez se negó a actuar al lado de esos muchachitos y que León Krauze guardó toda la compostura que pudo porque si alguien conserva ese video y lo pone dentro de 20 años va a ser como lo que son hoy los testimonio de las dictaduras, un quemón.
¿O me va a decir que la participación de la policía de la Ciudad de México en el capítulo uno de este espectáculo no va a ser como para exigir explicaciones?
“El gran show de los peques” es tan pero tan malo, que no es nada. Ni revista, ni variedades, ni “reality” ni nada. Tiene jungla, sketches, concurso de baile, entrevistas, reportajes, canciones e invitados.
Es exactamente como tiende a ser la mayoría de la televisión abierta de este país entre “Sabadazos”, “Lauras”, “Los shows de Raquel” y lo que usted quiera, guste y mande.
Sólo que aquí es con menores de edad y eso sí es delicado. ¿O usted qué opina? ¿Tiene usted el valor o le vale?
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