lunes, 1 de agosto de 2011

Mapa genético del chile

  • Biotecnólogos del Cinvestav, unidad Irapuato, identifican 32 mil genes. Van por el genoma completo

En escabeche, en nogada, relleno... La comida típica mexicana sin chile no estaría completa, pues añade color, textura, aroma y sabor a los platillos; además contiene vitaminas, minerales y antioxidantes y es fuente de insumos para fabricar medicamentos o cosméticos, entre muchos otros productos de interés industrial.
Tales características le dan gran valor gastronómico, comercial y cultural al producto originario de Sudamérica, domesticado por los antiguos pueblos precolombinos hace 7 mil años y hoy extendido por todo el mundo, sobre todo en países asiáticos y en Hungría, donde su picor también es un elemento culinario muy apreciado.
Por ello, biotecnólogos del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) Unidad Irapuato pretenden descifrar el genoma (conjunto de genes) de este vegetal perteneciente al género Capsicum y del que existen aproximadamente 27 variedades reconocidas por los botánicos, aunque sólo cinco de ellas son cultivadas (el resto son silvestres).
“El problema del chile es que su genoma es muy grande, cuatro o cinco veces mayor que el del maíz (el cereal posee unos 32 mil genes) lo cual hace el proceso muy caro”, explicó Rafael Rivera Bustamante, quien desarrolla este trabajo junto con Nefatalí Ochoa, Edmundo Lozoya y Octavio Martínez, todos del Cinvestav-Irapuato.
El costo estimado del proyecto es de 20 millones de pesos, por lo cual buscarán apoyo monetario de la Sagarpa.
Banco de genes
Los investigadores quieren completar el Genoma antes que lo hagan China o Corea del Sur, pues esa información podría ser decisiva para realizar mejoras o modificaciones y obtener patentes. Aún no lo logran, pero han dado un paso adelante: constituir un banco de 32 mil genes del vegetal, a partir del análisis de dos variedades: serrano tampiqueño y Sonora Anaheim.
Esa información genética, que se hará pública gratuitamente dentro de dos meses en Internet, facilitará el estudio y conocimiento detallado de este pariente del tomate, cuyo nombre deriva del náhuatl chilli y que hoy es sembrado en casi todo el país (en 28 estados), ocupando el quinto lugar entre los cultivos económicamente más importantes.
El trabajo no se limitará al conteo y descripción de genes (ADN); los científicos también están identificando cuáles de ellos, al ser decodificados por la maquinaria celular de la planta a través del ARN, confieren al chile cualidades como color, tamaño, picor, sabor, mayor o menor resistencia a los virus o a condiciones climáticas adversas.
Todos los colores y tamaños
Los coreanos completaron un banco de datos similar al del Cinvestav, pero más pequeño, de sólo 22 mil genes. Más del 52% de su información coincide con la de los mexicanos. “Esto fue un impulso para nuestra investigación. Dijimos: ¿cómo es posible que ellos estén secuenciando el genoma del chile cuando Centroamérica es su centro de diversificación?”, recordó Rivera.
Identificar estos genes permitirá hacer experimentos para aumentar o disminuir la cantidad de capsaicinoides del chile y con ello hacer mayor o menor su picor; también mejorar su sabor o contenido nutricional; modificar su tamaño o color original o hacerlo resistente a plagas, enfermedades, heladas o sequías sin necesidad de añadir sustancias químicas al suelo.
Todo ello podría aprovecharse para potenciar su valor alimenticio y económico, en particular de la especie C. annuum, al que pertenecen los chiles cultivados en México, con excepción del habanero (C. chinese) y del manzano (C. pubescens). Las otras dos especies domesticadas son el C. baccatum (región andina) y el C. frutescens (conocido como Tabasco, aunque no es originario de ese estado mexicano).
“Hicimos colecciones de tejido de hoja, raíz, tallo, fruto y flor del chile en diferentes estadios de desarrollo de plantas sanas e infectadas (con virus) y luego combinamos todos esos datos para hacer el estudio global del transcriptoma” (funciones de los genes), añadió el doctor Rivera, también director del Cinvestav-Irapuato.
“Cuando son tiernos prácticamente no pican, pero a medida que van madurando llegan a un máximo que luego comienza a declinar. ¿Por qué pasa esto y por qué algunos chiles acumulan más compuestos picantes? Aún no lo sabemos y por eso es importante aislar las secuencias de genes”, refirió por su parte el doctor Neftalí Ochoa.

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