Selvas, en la agonía constante
- Anualmente se pierden unas 155 mil hectáreas de vegetación, situación que trata de ser revertida con programas de gobierno para impulsar la protección
A pesar de los esfuerzos realizados por instituciones gubernamentales y grupos ambientalistas para reducir la devastación de selvas en el territorio nacional, este fenómeno persiste. La actividad ganadera, los asentamientos humanos y la agricultura están profundizando los procesos de desertificación de los pulmones del país, coinciden especialistas.
De las 350 mil hectáreas que se perdían cada año en la década de los años 90, se ha logrado reducir la destrucción hasta 155 mil hectáreas por año, en el último lustro, advierte Juan Manuel Torres Rojo, director general de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
México cuenta con una extraordinaria diversidad biológica enmarcada en una superficie de más de 33 mil millones de hectáreas que cubren una tercera parte del país; los estragos se han dejado sentir principalmente en el sureste, el golfo y en las zonas del Pacífico, explica Torres Rojo.
La presión sobre los recursos naturales aumenta día con día y el efecto sobre los ecosistemas se manifiesta notablemente en la pérdida de especies, flora nativa y en la fragmentación de su hábitat, puntualiza Juan Núñez, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El titular de la Conafor reconoce que del total de hectáreas que conforman las selvas mexicanas, más de 90% corresponde a zonas protegidas, “esto no quiere decir que no sufran devastación, pero sí sucede se realiza en menor medida y de manera menos agresiva”, asevera.
De acuerdo con Mariana Chávez Pesqueira, investigadora del Instituto de Genética de la UNAM, la devastación de selvas, bosques de clima templado y manglares ya están cobrando factura, aunque de una manera menos agresiva a los ocasionados por el hombre, ganadería y la agricultura; pero de alguna forma han tenido un impacto sobre la diversidad biológica y fauna que existe en la República mexicana, en muchos casos ya tenemos especies en peligro de extinción.
Reducción de selvas
La presencia recuerrente de incendios, plagas y fenómenos climáticos más severos son consecuencia de la desertificación de las áreas verdes.
Estudios advierten que a través de los siglos las selvas han disminuido hasta 90% de la superficie que ocupaban originalmente, sobre todo después de la colonización española y el asentamiento urbano marcado desde hace más de 100 años.
Académicos, funcionarios y empresarios consultados coinciden en que el comercio ilegal de vida silvestre y la tala clandestina de maderas, en menor medida, es un problema que está provocando la destrucción de las selvas.
Greenpeace México expone en estudios realizados sobre el impacto del crecimiento desordenado en zonas costeras que los asentamientos han tenido un impactado negativo en las áreas vírgenes de manglares.
Las obras de la modernidad en los destinos de playa, el desarrollo de complejos turísticos y de infraestructura urbanística y de comunicación como carreteras, bordos y diques, así como la obstrucción de flujos, entre otros, perjudica cientos de hectáreas de manglares a lo largo de las costas mexicanas, puntualiza la organización.
Juan Manuel Torres aplaude el interés de los gobiernos federal, estatales y municipales, por trabajar en la misma dirección desde hace una década para reducir la devastación de las áreas verdes con iniciativas que premian con incentivos monetarios, préstamos no devolventes a las comunidades que protegen la diversidad biológica.
La región de Los Tuxtlas, los exuberantes manglares ubicados en la Península de Yucatán o las Huastecas veracruzanas, hidalguense y potosina sobreviven a pesar de la grave deforestación a la que se han sometido en las últimas décadas y al saqueo indiscriminado de especies animales a manos de los traficantes. (Con información de Diana Benítez, Clínica de Periodismo)
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