viernes, 17 de agosto de 2012

¡Al diablo las instituciones 2.0!

La actitud de Obrador, al decir que los únicos votos válidos e inteligentes son los que se emitieron en favor de la izquierda... es quedarse a un paso de pedir que se le retire la credencial de elector a los priistas.

Ana Paula Ordorica
 
Llegar a un tribunal federal con un cerdo, un chivo, dos patos, tres gallinas, un borrego, varios pollos (de menos de un mes de nacidos, como bien lo documentó el diario La Razón) y demás animales es una burla; es un insulto para la institución encargada de dar la última palabra en materia electoral.
Una burla al TEPJF cuyos magistrados nunca habrán imaginado llegar al encargo que tienen, para que un político los denueste llevándoles pollos como pruebas legales válidas a considerar.
Los pollos no prueban nada; tampoco el borrego y demás animales de la granja ni las tarjetas y AMLO lo sabe.
Pero aún así se presenta AMLO ante el TEPJF, pide que el Instituto pierda el tiempo considerando su circo y amenaza a los magistrados con que si no invalidan la elección estarán siendo parte de lo que él califica como una inmundicia.
Y todo esto, el acto político en medio de un pequeño zoológico, lo hace con una cara dura que nos lleva al siguiente escalón: el insulto a los ciudadanos.
Insulto porque dice que la gente vende su voto ya ni por un plato de lentejas... por un pollo aún sin nacer. Osea, por un huevo.
Hay pobreza en México, pero para un político que dice conocer al pueblo mejor que nadie, se le olvida que también hay dignidad. Y quiero creer que la hay en muchos más de los cinco millones de mexicanos a quienes él acusa de haber vendido su voto, a cambio de los animales que llevó al TEPJF.
La actitud de AMLO al decir que los únicos votos válidos e inteligentes son los que se emitieron en favor de la izquierda, y que todos los demás no cuentan y son producto del masoquismo, es, como escribió ayer en La Jornada Soledad Loaeza, quedarse a un paso de pedir que se le retire la credencial de elector a los priistas.
¿O por qué no pedir que el PRI sea un partido prohibido, como el partido peronista lo estuvo en Argentina en los cincuenta?, pregunta Loaeza.
La intolerancia de AMLO la demostró con creces en 2006 y la sigue enseñando en este 2012.

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