miércoles, 22 de agosto de 2012

UAM-Xochimilco encuentra rastros de toxicidad en maíz criollo

En México, el total de producción del maíz está destinada al consumo humano, razón por la cual se decidió analizar diversos tipos de la gramínea.

México. Estudios realizados en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (UAM-X), revelaron que una gran cantidad del maíz criollo producido en México cuenta con factores de toxicidad que pudieran incidir en casos de daño hepático.
De acuerdo a la doctora Silvia Peña Betancourt, investigadora del Área de Toxicología de la UAM-X, el estudio Inocuidad y Calidad Alimentaria, que inició en 2000 y hoy se encuentra en su segunda fase, permitió descubrir que microtoxinas presentes en el maíz mexicano pudieran incidir en casos de daño hepático.
Sin embargo, la especialista reconoció que es un hecho que “los mexicanos hemos desarrollado mecanismos de defensa contra esta toxicidad y no nos ha afectado más, por eso nadie ha desarrollado hepatitis u otro daño al hígado por comer tortillas, pero no sabemos hasta qué punto pueda provocar mayores afectaciones”.
En México, el total de producción del maíz está destinada al consumo humano, a pesar de sus diferentes características, razón por la cual se decidió analizar diversos tipos de la gramínea, considerando que tendrían distintos grados de toxicidad.
De acuerdo a Instituto Nacional de Ecología, la mayor incidencia de toxicidad en el maíz ocurre en los estados con características climáticas cálidas y húmedas y poca estructura para trabajar la agricultura.
La doctora Peña Betancourt señaló que su trabajo se ha desarrollado a partir del análisis de muestras de maíz criollo de diversos estados del país, y que registró en prácticamente todos los casos la presencia de aflatoxinas, en proporción menor al nanogramo, y cuyo “órgano objetivo” es el hígado.
“Estas sustancias hepatotóxicas son mutágenas, actúan a nivel celular y cambian el ADN, por lo que pueden provocar hiperplasia o generación desordenada de células”.
La investigadora universitaria aclaró que en el proceso de actualización de la investigación se efectuarán bioensayos en diferentes especies, pues se requiere averiguar si existe significancia estadística.
“El trabajo en ese campo es muy arduo y demanda el concurso de diversos científicos e instancias. Por ello hemos colaborado con expertos del Instituto Nacional de Ecología y del Hospital General Siglo XXI”, refirió la investigadora de la UAM-X.
Otro objetivo fundamental del proyecto Inocuidad y Calidad Alimentaria “es forjar profesionales en el área de inocuidad, formar nuevas generaciones de especialistas para realizar más investigaciones con los propósitos de conocer cómo se contamina la comida, controlar la contaminación y posteriormente crear alimentos que tengan más beneficios para la salud”.
La inocuidad es un área muy prometedora, pues además de que involucra a todos los especialistas del área de la salud atiende problemas que ya se padecen, entre ellos la escasez de alimentos o la falta de respuestas a enfermedades cada vez más recurrentes y probablemente asociadas a los alimentos.
Silvia Peña Betancourt es también consejera científica de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados, la cual es responsable de establecer políticas relativas a la seguridad en el uso de organismos genéticamente modificados.

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