Los dominios chilenos de Baco
Es otoño para nosotros y primavera para ellos. Buen momento para explorar los viñedos del Cono Sur a caballo o en bici. Además de catas, la oferta incluye almuerzos al aire libre y estancias entre las uvas. También iremos a la bohemia
Gracias a su clima mediterráneo y su estratégica ubicación geográfica, Chile ofrece algunos de los mejores vinos del mundo. (Foto: Rodrigo Samo )
Chile nos regala una variedad de climas tan extensa como su inconfundible silueta. Todo viajero anhela explorar sus trazos forjados por una naturaleza extrema -los glaciares patagónicos o el desierto atacameño- , pero hay otros terruños, apenas a una hora de Santiago, con buenos acompañamientos enológicos. Maridar vinos y grandes lugares es otra de las grandes experiencias que se viven en este país.
En plena región metropolitana, entre zonas semidesérticas se abre un paraíso que sostiene más de 3 mil hectáreas plantadas con las cepas de uva que han dado a Chile fama internacional, encontrando variedades adaptadas y algunas ya casi consolidadas como propias, entre ellas la Cabernet Sauvignon, Sauvignon Blanc y, sobre todo, la Carmenére.
A los pies de la cordillera andina, el Valle del Maipo es una de las zonas vitivinícolas más antiguas de Chile, una emblemática región celebrada en todo el mundo por su producción de tintos, donde el viajero tiene un cálido encuentro con su gente experta y dispuesta a mostrar la elaboración de sus vinos.
En plena región metropolitana, entre zonas semidesérticas se abre un paraíso que sostiene más de 3 mil hectáreas plantadas con las cepas de uva que han dado a Chile fama internacional, encontrando variedades adaptadas y algunas ya casi consolidadas como propias, entre ellas la Cabernet Sauvignon, Sauvignon Blanc y, sobre todo, la Carmenére.
A los pies de la cordillera andina, el Valle del Maipo es una de las zonas vitivinícolas más antiguas de Chile, una emblemática región celebrada en todo el mundo por su producción de tintos, donde el viajero tiene un cálido encuentro con su gente experta y dispuesta a mostrar la elaboración de sus vinos.
Los días en Viña Tarapacá
En los dominios de Tarapacá, con tan sólo caminar un kilómetro, se podría pasar de un frío intenso a un calor abrumador. Estos microclimas son los que aportan una riqueza de matices a la uva de la región.
Ahí se erigió Viña Tarapacá, en 1874. Su casona se construyó como el fuerte amoroso de una pareja que escapaba de enredos de la alta sociedad, teniendo el cultivo de la vid como otra de sus pasiones.
En los dominios de Tarapacá, con tan sólo caminar un kilómetro, se podría pasar de un frío intenso a un calor abrumador. Estos microclimas son los que aportan una riqueza de matices a la uva de la región.
Ahí se erigió Viña Tarapacá, en 1874. Su casona se construyó como el fuerte amoroso de una pareja que escapaba de enredos de la alta sociedad, teniendo el cultivo de la vid como otra de sus pasiones.
La propiedad de estilo toscano brinda la oportunidad de dormir en una atmósfera de espíritu rústico muy campirano que podría remontar fácilmente a la campiña europea. Cuenta con 18 habitaciones, un comedor principal en forma de claustro iluminado -con grandes tragaluces-, salones para alegrarse la tarde con algunos de los afamados autores chilenos y parajes que entremezclan jardines y viñas para tomar el té.
La villa ha recibido a más de 40 jefes de Estado y entre los más complacidos está el Príncipe Alberto de Mónaco.
La villa ha recibido a más de 40 jefes de Estado y entre los más complacidos está el Príncipe Alberto de Mónaco.
El repertorio de actividades al aire libre fue creado para grupos de cualquier tamaño que deseen conocer la vida del Valle del Maipo: desde un paseo a caballo entre viñedos, caminatas en las faldas de los Andes o catas en sus bodegas, impartidas personalmente por el enólogo de la casa. Las catas se programan con un rondín de etiquetas seleccionadas y van acompañadas con canapés preparados por el chef, un menú de degustación o con una variedad de quesos y nueces de la zona.
Otra gran actividad es la de jugar golf entre viñedos. El green es un paisaje inspirador, por el frío aire perfumado que acompaña al golfista a lo largo de varios hoyos.
Después, la gloria se saborea con comida al aire libre y un Tarapacá Gran Reserva Carmenère, elaborado de una cepa de uva europea que se creía extinta hasta que fue redescubierta en Chile en 1994. Un tinto con una sencillez tan redonda como encantadora, premiado con medalla de oro en el International Wine Challenge.
Después, la gloria se saborea con comida al aire libre y un Tarapacá Gran Reserva Carmenère, elaborado de una cepa de uva europea que se creía extinta hasta que fue redescubierta en Chile en 1994. Un tinto con una sencillez tan redonda como encantadora, premiado con medalla de oro en el International Wine Challenge.
La oferta de vinos incluye opciones orgánicas para maridar las comidas preparadas por una cocina de alta escuela. Para comprobarlo, hay que probar el cabrito asado al aire libre. Este manjar nacional es preparado en un asadero circular a cielo abierto con un fuego proveniente de diversas maderas aromáticas. La cocción es lenta (tarda alrededor de 10 horas en su preparación total), pero la carne queda tierna, con notas de madera y hierbas, que podrán acompañarse con otro clásico, las sustanciosas empanadas de pino con hojaldre del pueblo.
Las producciones de esta viña cuentan con una tradición de más de 140 años. Sin duda, la relación entre calidad y precio es uno de sus grandes diferenciadores colocándolas dentro de las favoritos del hemisferio sur.
Una parada en el Valle del Maipo es ideal durante el otoño o verano local (nuestro invierno) por tres o cuatro días.
Al final del recorrido se puede hacer un pedido especial con las etiquetas favoritas; la administración se encarga de darles el embalaje adecuado y dejarlas directo en tu habitación. Se recomienda la siguiente trilogía: León de Tarapacá, Gran Tarapacá y un Gran Reserva.
Al final del recorrido se puede hacer un pedido especial con las etiquetas favoritas; la administración se encarga de darles el embalaje adecuado y dejarlas directo en tu habitación. Se recomienda la siguiente trilogía: León de Tarapacá, Gran Tarapacá y un Gran Reserva.
Se puede completar la ruta del Valle del Maipo con una visita a los viñedos de Santa Helena, San Pedro, Viña Mar Y Leyda, que ofrecen actividades alternativas, como rutas en bicicleta y la participación en la pizca de uvas (disponible sólo en época de cosecha). Son parajes que encantarán a los aficionados a la fotografía.
Parada gastronómica en Santiago
Los barrios bohemios de Santiago son de lo mejor, como el de Bellavista, con vistas de calles románticas y únicas, donde se concentra una gran cantidad de centros culturales y muchas opciones para la vida nocturna. Aquí se encuentra La Chascona, una de las propiedades del poeta chilenoPablo Neruda, en donde vivió con su última esposa.
Aunque la oferta gastronómica de Bellavista posee excelentes cocinas, valdría la pena voltear hacia otras propuestas, como Mestizo, un restaurante en Vitacura, uno de los barrios más modernos de la ciudad, con un elevado estilo de vida y un grandioso parque llamado Bicentenario.
El ambiente se funde con el parque e incorpora elementos naturales a su decoración de líneas duras inspiradas en metales y maderas. Entre su carta de platos típicos y contemporáneos recomendamos el pastel de choclo, un clásico chileno que se puede acompañar con otro gran descubrimiento: desde el Valle de Rapel, un Cabernet Sauvignon Reserva, Misiones de Rengo. Joya de una antigua abadía.
Los colores en Valparaíso
Valparaíso está edificada sobre una cadena de cerros y lomas que abre paso a una ciudad a desniveles, fría, pero colorida, que se podría confundir con una pequeña ciudad italiana. Las calles tienen un encanto muy particular al encontrarse "intervenidas" en 80% por artistas locales y foráneos que regalan un discurso revolucionario y muy estético a través de un tapiz infinito de graffitis inspirados en la libertad de expresión y en pro de la cultura. A su vez encontramos instalaciones con televisores dañados que promueven la lectura.
Artistas plásticos han convertido todo tipo de locales alternos en pequeñas galerías de arte y de artesanías típicas. Sugerimos visitar la Galería Pirata, en la calle de Miramar en Cerro Alegre, y la Casa Museo La Sebastiana, hogar de Pablo Neruda.
En Cerro Concepción, una de las laderas más altas, encontramos un pintoresco bed & breakfast llamado Hotel Brighton.
Tiene una de las terrazas más acogedoras de la zona para observar toda la vida porteña de Valparaíso.
El hotel fue adaptado a una casona de cuatro pisos, con una cafetería típica de barrio, conocida y respetada por su brunch de sábados y domingos. El b&b dispone de seis habitaciones que recrean espacios británicos con muebles de pino de Oregon y Roble blanco. Una recomendación del Brighton es saborear en su terraza, un Gran Tarapacá Sauvignon Blanc, de intensos aromas cítricos y final persistente para disfrutar con gambas al ajillo de la casa. El mejor día es un sábado por la noche cuando se presenta un conjunto de tango. Las veladas con música suelen prolongarse hasta la madrugada.
Los barrios bohemios de Santiago son de lo mejor, como el de Bellavista, con vistas de calles románticas y únicas, donde se concentra una gran cantidad de centros culturales y muchas opciones para la vida nocturna. Aquí se encuentra La Chascona, una de las propiedades del poeta chilenoPablo Neruda, en donde vivió con su última esposa.
Aunque la oferta gastronómica de Bellavista posee excelentes cocinas, valdría la pena voltear hacia otras propuestas, como Mestizo, un restaurante en Vitacura, uno de los barrios más modernos de la ciudad, con un elevado estilo de vida y un grandioso parque llamado Bicentenario.
El ambiente se funde con el parque e incorpora elementos naturales a su decoración de líneas duras inspiradas en metales y maderas. Entre su carta de platos típicos y contemporáneos recomendamos el pastel de choclo, un clásico chileno que se puede acompañar con otro gran descubrimiento: desde el Valle de Rapel, un Cabernet Sauvignon Reserva, Misiones de Rengo. Joya de una antigua abadía.
Los colores en Valparaíso
Valparaíso está edificada sobre una cadena de cerros y lomas que abre paso a una ciudad a desniveles, fría, pero colorida, que se podría confundir con una pequeña ciudad italiana. Las calles tienen un encanto muy particular al encontrarse "intervenidas" en 80% por artistas locales y foráneos que regalan un discurso revolucionario y muy estético a través de un tapiz infinito de graffitis inspirados en la libertad de expresión y en pro de la cultura. A su vez encontramos instalaciones con televisores dañados que promueven la lectura.
Artistas plásticos han convertido todo tipo de locales alternos en pequeñas galerías de arte y de artesanías típicas. Sugerimos visitar la Galería Pirata, en la calle de Miramar en Cerro Alegre, y la Casa Museo La Sebastiana, hogar de Pablo Neruda.
En Cerro Concepción, una de las laderas más altas, encontramos un pintoresco bed & breakfast llamado Hotel Brighton.
Tiene una de las terrazas más acogedoras de la zona para observar toda la vida porteña de Valparaíso.
El hotel fue adaptado a una casona de cuatro pisos, con una cafetería típica de barrio, conocida y respetada por su brunch de sábados y domingos. El b&b dispone de seis habitaciones que recrean espacios británicos con muebles de pino de Oregon y Roble blanco. Una recomendación del Brighton es saborear en su terraza, un Gran Tarapacá Sauvignon Blanc, de intensos aromas cítricos y final persistente para disfrutar con gambas al ajillo de la casa. El mejor día es un sábado por la noche cuando se presenta un conjunto de tango. Las veladas con música suelen prolongarse hasta la madrugada.
En Valparaíso existen 15 ascensores declarados monumentos históricos, pero sólo cuatro siguen funcionando para acortar tiempos de viaje entre las escarpadas laderas. Los ascensores datan de 1887, como "EL Peral", "El Polanco" y el "Reina Victoria". Se puede hacer un recorrido por 300 pesos chilenos (unos tres pesos mexicanos).
Una última parada en el Café Turri, que transporta a sus comensales a una época perdida, una especie de cantina porteña con grandes ventanales hacia la costa. Es una de las mejores opciones para comer mariscos, por su cocina honesta, local y artesanal. Nuestra recomendación prima: lasagna de marisco negra y una joya proveniente de uvas orgánicas certificadas, Tarapacá +Plus
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