Prosigue adiós a Monsiváis; lo despiden en Bellas Artes El cuerpo del cronista de los últimos años en México y uno de los intelectuales más críticos y populares fue recibido entres lluvias de aplausos. A las 13:30 horas se le trasladó al crematorio.
La Jornada Publicado: 20/06/2010
México, DF. Entre aplausos, vivas y una inusitada algarabía, que hablan del cariño que la gente le prodiga, los restos del escritor Carlos Monsiváis dejaron el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes para ser trasladados al Panteón Español, donde serán cremados.
"¡Se ve, se siente, Monsiváis está presente¡" y "¡Es un honor estar con Monsiváis¡", fueron algunas de las consignas con las que fue despedido el féretro, cuyo cortejo lo escoltaron unos 10 motociclistas de la Secretaría de Seguridad Pública.
Sobre una gran alfombra roja y acompañados por autoridades del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y de las secretarías de Educación Pública (SEP) y de Cultura capitalina, los restos del autor Apocalipstick, quien falleció la víspera por problemas respiratorios, fueron recibidos y despedidos en medio de una lluvia de aplausos.
Carlos Monsiváis, considerado el gran cronista de las últimas décadas en México y uno de sus intelectuales más críticos y populares, recibió este domingo un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes, el cual inició a las 10:00 de la mañana.
El cuerpo del escritor fue objeto de un homenaje en el máximo recinto cultural de México, de acuerdo a su talla y talento.
Asimismo, el pueblo de México se pudo despedir de quien fue el observador y cronista de la cultura popular más influyente de las últimas cuatro décadas mexicanas.
Monsiváis murió ayer sábado a los 72 años después de varios meses hospitalizado por una fibrosis pulmonar.
Su voz y pensamiento crítico y afilado fue durante largos años omnipresente en los grandes medios de comunicación escritos y televisivos de México, lo que le convirtió en uno de los intelectuales más reconocidos y queridos del país.
Su popularidad llegaba a tal punto que su amigo y poeta José Emilio Pacheco, vigente premio Cervantes, dijo una vez que era el único escritor "que la gente reconoce en la calle".
Autores como Carlos Fuentes o Elena Poniatowska, amigos de Monsiváis desde que iniciara su carrera hacia medio siglo, resaltaron ayer sábado el valor del excepcional cronista.
Era un "grandísimo escritor que renovó el género del ensayo en México. Lo sacó de modos un poco anticuados y le dio una vitalidad, una novedad, una capacidad de abarcar todos los temas de la vida de México, social, cultural, política, que lo convierte seguramente en el más importante ensayista moderno de México", dijo Fuentes.
"Era un espíritu vivo, un espíritu audaz, un espíritu crítico", definió.
Nacido en 1938 en la Ciudad de México, Monsiváis estudió en la Escuela de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Su trayectoria incluye más de 50 títulos, como Días de guardar (1970) o Aires de familia (2000). A principios de marzo de este año presentó su última obra, Apocalipstick, una recopilación de crónicas de la capital mexicana.
Ha sido reconocido con múltiples galardones como el Premio Anagrama de Ensayo 2000 y el de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2006 (anterior premio Juan Rulfo), además de doctorados honoris causa por universidades como la de San Marcos (Perú) o de Arizona (Estados Unidos).
Su vida personal, firmemente asociada, como su obra, a la Ciudad de México, también ofreció innumerables anécdotas como su convivencia desde hacía largos años con más de una docena de gatos o que era reacio a utilizar celulares y, cuando alguien le llamaba a su domicilio, inevitablemente imitaba la voz de una empleada doméstica para despistarle.
Desde que el 2 de abril fuera ingresado en terapia intensiva en el hospital capitalino Salvador Zubirán, la Secretaría de Salud Salud había emitido varios comunicados sobre el estado de Monsiváis hasta que el sábado confirmó su deceso.
Monsiváis, en el Museo de la Ciudad de México
El escritor fue velado desde la noche de ayer en el Museo de la Ciudad de México, que convertido en capilla ardiente, comenzó a abarrotarse de amigos, intelectuales, artistas, funcionarios culturales, políticos, empresarios, activistas sociales y un numeroso contingente de periodistas, desde casi dos horas antes de que el féretro con los restos del escritor llegara al recinto y fuera colocado en el patio central del mismo, alrededor de las 21:30 horas, al lado de una enorme fotografía suya con un gato y en medio de largas ovaciones.
Fue escasa la presencia del pueblo, esa sociedad que el cronista hizo tantas veces visible en sus trabajos. Acaso fue por la hora en que comenzó la ceremonia fúnebre. Acaso por la lluvia que cayó de manera intermitente durante toda la tarde y noche. Acaso porque en ciertos momentos personal de seguridad del museo impidió el paso de forma inexplicable.
La primera guardia fue montada por la escritora Elena Poniatowska, la antropóloga Martha Lamas, el rector de la UNAM, José Narro Robles, y Rubén Sánchez Monsiváis, primo del autor, además de la secretaria de Cultura del Distrito Federal, Elena Cepeda, y Sáizar.
Permanecían en espera las escritoras Margo Glanz, Laura Emilia Pacheco, Cristina Pacheco, así como sus colegas José María Pérez Gay, Ignacio Solares, Sealtiel Alatriste y Federico Campbell; los historiadores Alejandra Moreno Toscano, Enrique Florescano, y los promotores culturales Ignacio Toscano y José Luis Paredes Pacho.
Uno de los momentos más estremecedores de la noche fue cuando el flautista Horacio Franco, después de montar guardia, de manera espontánea interpretó con su instrumento un par de piezas de un compositor holandés del siglo XVII, y la Pavana lágrima, de John Dowload.
Se informó que mañana a las 13:00 horas se llevará a cabo otro homenaje en el Teatro de la Ciudad, para que después sean depositadas sus cenizas en el Museo del Estanquillo.
También se informó que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión realizará el próximo 23 de junio un homenaje al escritor mexicano.
Lla presidenta de la Comisión de Cultura del Senado, María Rojo, detalló que “de entrada tendremos un minuto de silencio y luego cada uno de los partidos políticos fijará sus posicionamientos sobre la figura del “cronista de México”.
La también actriz afirmó que tras la muerte de Monsiváis, México queda desamparado “pues él era el pulso de México, la brújula a seguir, el alma de los que no tienen palabra y el representante de las minorías”.
La Jornada Publicado: 20/06/2010
México, DF. Entre aplausos, vivas y una inusitada algarabía, que hablan del cariño que la gente le prodiga, los restos del escritor Carlos Monsiváis dejaron el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes para ser trasladados al Panteón Español, donde serán cremados.
"¡Se ve, se siente, Monsiváis está presente¡" y "¡Es un honor estar con Monsiváis¡", fueron algunas de las consignas con las que fue despedido el féretro, cuyo cortejo lo escoltaron unos 10 motociclistas de la Secretaría de Seguridad Pública.
Sobre una gran alfombra roja y acompañados por autoridades del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y de las secretarías de Educación Pública (SEP) y de Cultura capitalina, los restos del autor Apocalipstick, quien falleció la víspera por problemas respiratorios, fueron recibidos y despedidos en medio de una lluvia de aplausos.
Carlos Monsiváis, considerado el gran cronista de las últimas décadas en México y uno de sus intelectuales más críticos y populares, recibió este domingo un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes, el cual inició a las 10:00 de la mañana.
El cuerpo del escritor fue objeto de un homenaje en el máximo recinto cultural de México, de acuerdo a su talla y talento.
Asimismo, el pueblo de México se pudo despedir de quien fue el observador y cronista de la cultura popular más influyente de las últimas cuatro décadas mexicanas.
Monsiváis murió ayer sábado a los 72 años después de varios meses hospitalizado por una fibrosis pulmonar.
Su voz y pensamiento crítico y afilado fue durante largos años omnipresente en los grandes medios de comunicación escritos y televisivos de México, lo que le convirtió en uno de los intelectuales más reconocidos y queridos del país.
Su popularidad llegaba a tal punto que su amigo y poeta José Emilio Pacheco, vigente premio Cervantes, dijo una vez que era el único escritor "que la gente reconoce en la calle".
Autores como Carlos Fuentes o Elena Poniatowska, amigos de Monsiváis desde que iniciara su carrera hacia medio siglo, resaltaron ayer sábado el valor del excepcional cronista.
Era un "grandísimo escritor que renovó el género del ensayo en México. Lo sacó de modos un poco anticuados y le dio una vitalidad, una novedad, una capacidad de abarcar todos los temas de la vida de México, social, cultural, política, que lo convierte seguramente en el más importante ensayista moderno de México", dijo Fuentes.
"Era un espíritu vivo, un espíritu audaz, un espíritu crítico", definió.
Nacido en 1938 en la Ciudad de México, Monsiváis estudió en la Escuela de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Su trayectoria incluye más de 50 títulos, como Días de guardar (1970) o Aires de familia (2000). A principios de marzo de este año presentó su última obra, Apocalipstick, una recopilación de crónicas de la capital mexicana.
Ha sido reconocido con múltiples galardones como el Premio Anagrama de Ensayo 2000 y el de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2006 (anterior premio Juan Rulfo), además de doctorados honoris causa por universidades como la de San Marcos (Perú) o de Arizona (Estados Unidos).
Su vida personal, firmemente asociada, como su obra, a la Ciudad de México, también ofreció innumerables anécdotas como su convivencia desde hacía largos años con más de una docena de gatos o que era reacio a utilizar celulares y, cuando alguien le llamaba a su domicilio, inevitablemente imitaba la voz de una empleada doméstica para despistarle.
Desde que el 2 de abril fuera ingresado en terapia intensiva en el hospital capitalino Salvador Zubirán, la Secretaría de Salud Salud había emitido varios comunicados sobre el estado de Monsiváis hasta que el sábado confirmó su deceso.
Monsiváis, en el Museo de la Ciudad de México
El escritor fue velado desde la noche de ayer en el Museo de la Ciudad de México, que convertido en capilla ardiente, comenzó a abarrotarse de amigos, intelectuales, artistas, funcionarios culturales, políticos, empresarios, activistas sociales y un numeroso contingente de periodistas, desde casi dos horas antes de que el féretro con los restos del escritor llegara al recinto y fuera colocado en el patio central del mismo, alrededor de las 21:30 horas, al lado de una enorme fotografía suya con un gato y en medio de largas ovaciones.
Fue escasa la presencia del pueblo, esa sociedad que el cronista hizo tantas veces visible en sus trabajos. Acaso fue por la hora en que comenzó la ceremonia fúnebre. Acaso por la lluvia que cayó de manera intermitente durante toda la tarde y noche. Acaso porque en ciertos momentos personal de seguridad del museo impidió el paso de forma inexplicable.
La primera guardia fue montada por la escritora Elena Poniatowska, la antropóloga Martha Lamas, el rector de la UNAM, José Narro Robles, y Rubén Sánchez Monsiváis, primo del autor, además de la secretaria de Cultura del Distrito Federal, Elena Cepeda, y Sáizar.
Permanecían en espera las escritoras Margo Glanz, Laura Emilia Pacheco, Cristina Pacheco, así como sus colegas José María Pérez Gay, Ignacio Solares, Sealtiel Alatriste y Federico Campbell; los historiadores Alejandra Moreno Toscano, Enrique Florescano, y los promotores culturales Ignacio Toscano y José Luis Paredes Pacho.
Uno de los momentos más estremecedores de la noche fue cuando el flautista Horacio Franco, después de montar guardia, de manera espontánea interpretó con su instrumento un par de piezas de un compositor holandés del siglo XVII, y la Pavana lágrima, de John Dowload.
Se informó que mañana a las 13:00 horas se llevará a cabo otro homenaje en el Teatro de la Ciudad, para que después sean depositadas sus cenizas en el Museo del Estanquillo.
También se informó que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión realizará el próximo 23 de junio un homenaje al escritor mexicano.
Lla presidenta de la Comisión de Cultura del Senado, María Rojo, detalló que “de entrada tendremos un minuto de silencio y luego cada uno de los partidos políticos fijará sus posicionamientos sobre la figura del “cronista de México”.
La también actriz afirmó que tras la muerte de Monsiváis, México queda desamparado “pues él era el pulso de México, la brújula a seguir, el alma de los que no tienen palabra y el representante de las minorías”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario