Reuters/Periódico La Jornada
Sábado 30 de octubre de 2010, p. 2
Londres. Retrasar los relojes en invierno es malo para la salud, es un derroche de energía e incrementa la contaminación, dicen los científicos; acabar con esa práctica en las regiones del norte podría acarrear mejoras para la salud y beneficios para el medio ambiente. Países de Europa, Estados Unidos, Canadá y partes de Medio Oriente señalan el inicio del invierno al poner fin al horario de verano y retrasar sus relojes una hora, a finales de octubre o inicios de noviembre. Pero ese cambio también roba a las tardes una hora de luz natural, y algunos expertos alegan que en las regiones más al norte, la energía que se necesita para alumbrar y los límites que suponen para las actividades al aire libre están perjudicando la salud y el medio ambiente. Dejar los relojes como están en la temporada invernal permitiría una hora extra de luz natural por la tarde y podría impulsar los niveles de vitamina D así como animar a hacer deporte
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