lunes, 1 de noviembre de 2010

Se impone a Serra en la segunda vuelta con 56.05% de los sufragios Dilma, la primera presidenta de Brasil
  • Promete mantener la estabilidad en la economía “por encima de cualquier cosa”
  • Pide el apoyo de todos para erradicar la miseria y convertir al país en desarrollado
  • Elogia la labor de Lula; “tocaré a su puerta cuando sea necesario”, manifesta
  • Mantiene el PT el control legislativo, pero la oposición gobernará a 52% de ciudadanos
  • “Sí, las mujeres pueden”, asegura Rousseff tras confirmar su trinfo
  • “Habrá un respeto irrestricto a la libertad de prensa y la más amplia libertad religiosa”
  • Dilma Rousseff celebra su triunfo en la segunda vuelta electoral en Brasil Foto Ap
Arturo Cano/Enviado/Periódico La Jornada
Lunes 1º de noviembre de 2010, p. 2
Sao Paulo, 31 de octubre. La hija de un comunista búlgaro, la “guerrillera marxista”, la joven torturada por la dictadura militar, la mujer que salvó al gabinete de Lula cuando hacía agua en medio de un escándalo de corrupción, la “técnica dura” cuyo paso nadie resiste, pero sobre todo la “ahijada” de Lula da Silva, Dilma Rousseff, es la primera presidenta de Brasil.
En su primer discurso, pronunciado en Brasilia ante cientos de seguidores, Rousseff subraya el hecho de que su país tenga por vez primera una mujer en la presidencia y se compromete a trabajar para que ese hecho deje de ser “inédito en Brasil.
“La igualdad de oportunidades es un principio esencial de la democracia”, sostiene, en un discurso emocionado, para luego añadir que espera que “los padres y madres puedan mirar a la cara de sus hijas y decir, ‘sí, las mujeres pueden’”.
Con 99.97 por ciento de los votos contados, Roussef se impone a su adversario, José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con 55 millones 742 mil votos (56.05 por ciento). Serra obtiene 43 millones 705 mil (43.95 por ciento).
“Cometí un error al decir que Serra tendría un final melancólico”, dice Marco Aurelio García, asesor del presidente Lula en asuntos internacionales y uno de los primeros en llegar a la celebración. Y con ironía agrega: “Erré en la fecha: dije que sería el 3 de octubre, pero fue el 31”.
Con su cómoda ventaja, Rousseff se da el lujo de tender la mano a sus adversarios, de ofrecer que habrá un respeto “irrestricto” a la libertad de prensa y la “más amplia” libertad religiosa, en referencia a dos de los temas que sirvieron de metralla a sus oponentes durante la campaña.
Pero más allá de esos mensajes conciliadores, la presidenta electa hace el discurso de la continuidad. Le interesa subrayar “por encima de todo” su compromiso con la estabilidad de la economía de Brasil. El pueblo no acepta más inflación ni que el gobierno gaste de más, dice.
Lo demás es repetir sus compromisos de campaña, especialmente en lo que hace al combate a la miseria. Reitera, así, que durante su gobierno será erradicada la miseria. “No podemos descansar cuando vemos familias viviendo en las calles. La erradicación de la miseria es la meta y pido el apoyo de todos para llegar a superar ese abismo para ser una nación desarrollada. Vamos a mejorar el gasto público, pero sin afectar los programas sociales, los servicios esenciales y los planes de infraestructura.”
Mientras la presidenta electa habla, millares de simpatizantes del Partido de los Trabajadores (PT), y de las otras nueve fuerzas políticas que apoyaron su candidatura, salen a las calles a festejar, con cohetes, silbatos y altavoces.
En Sao Paulo, varios miles desfilan en la avenida Paulista, y repiten sin cesar el grito que antes de esta campaña se dedicaba sólo al presidente Lula: “Ole, ole, ola, Dil-ma, Dil-ma”.
“La emoción de este día se mezcla con la de la despedida de Lula, a cuya puerta tocaré cuando sea necesario, con la seguridad de que estará siempre abierta”, dice Rousseff, con la voz quebrada y algunas lágrimas.
Muy activo en la campaña de su candidata, Lula le cede el espacio en la fiesta organizada por el PT. “Este día es de ella”, explica Gilberto Carvalho, jefe de gabinete de Lula. Pero en el el equipo de Rousseff informan que ella termina la jornada en el Palacio de Planalto, residencia del presidente.
Los resultados electorales revelan que la estrategia de José Serra funcionó parcialmente. En Sao Paulo, principal granero electoral del país (con 30 millones de votos), el candidato del PSDB aumentó su ventaja, respecto del primer turno, en poco más de un millón de votos. Pero no le alcanza, porque pierde Minas Gerais (14.5 millones de sufragios) y sobre todo porque no logra ningún avance en el norte y el noreste del país, donde la ventaja de Rousseff es mucho más amplia que en el resto del país.
En el estado de Bahía, que se encuentra entre los cinco más grandes en número de electores, Rousseff se lleva casi 71 por ciento de los votos. En Rio de Janeiro, otro de los cinco más importantes, la candidata se impone con 60.5 por ciento. En Rio Grande do Sul, donde Dilma hizo gran parte de su carrera política, Serra le gana por apenas un punto.
Con todo, los medios brasileños destacan que 52 por ciento de los electores serán gobernados, en el nivel estatal, por la oposición.
Derrotado en la presidencial, el PSDB gobernará, tras su victoria en ocho de los 27 estados, a 64.2 millones de electores, equivalentes a 47.5 por ciento. Si se suma su aliado, el partido Democrátas (DEM), la oposición en su conjunto gobernará a 52.3 por ciento de los electores.
El contrapeso, sin embargo, es que en la primera vuelta el PT y sus aliados obtuvieron cómodas ventajas en las cámaras de Senadores y Diputados, lo que permitirá a Rousseff impulsar reformas legislativas con mucha mayor facilidad de la que gozó Lula en sus ocho años de mandato.
Pese al apoyo mayoritario que tendrá Rousseff entre los gobiernos regionales, el PSDB de Serra será individualmente el partido con mayor número de gobernadores, con ocho, incluidos los de Sao Paulo y Minas Gerais, los dos mayores colegios electorales de Brasil.
El PSDB cuenta con los importantes gobiernos estatales de Sao Paulo (donde ya lleva 16 años en el poder) y Minas Gerais. En la primera ronda se había hecho también de los gobiernos de Paraná y Tocantins, y en esta segunda vuelta gana en Goias, Alagoas, Roraima y Pará. Con su aliado DEM suma 10 gubernaturas.
En tanto, los partidos de la alianza que llevó a Rousseff a la presidencia estarán al frente de 16 estados, puesto que el gobernador de Amazonas es apoyado por ambos bandos.
En esta segunda vuelta, el PT obtuvo otro triunfo importante, al ganar su candidato el distrito federal (Brasilia).
El Partido Movimiento Democrático Brasileño, lo más parecido al PRI que hay en Brasil y aliado del PT, se llevó cuatro estados en la primera vuelta y hoy obtiene uno más, sin contar su bancada mayoritaria en el Senado.
Una “sorpresa” fue el Partido Socialista Brasileño (PSB), aliado del PT, que gobernará seis estados. Su principal figura, Ciro Gomes, jugó durante muchos meses con ser el candidato de la coalición a la Presidencia, pero al final cedió y se incorporó a la campaña de Rousseff.
El PSB, que ya había elegido gobernadores con votaciones récord en la primera vuelta en Pernambuco, Espíritu Santo y Ceará, venció hoy en Amapá, Piauí y Paraíba.
El derechista y opositor DEM, del que Lula dijo debía ser “erradicado” de la política brasileña, se quedó con los gobiernos de Santa Catarina y Río Grande do Norte
Puentes dinamitados
José Serra, el candidato derrotado, insinúa que seguirá en la batalla política, pese a que incluso en las filas de su partido ya apuntan al senador Aécio Neves como el “jefe natural” de la oposición.
“Vamos a dar nuestra contribución al país como partidos, individuos, parlamentarios y gobernadores. Por eso, ahora no les digo adiós, sino un hasta luego”, dice Serra, quien ya para entonces ha llamado a Rousseff para felicitarla por su triunfo.
La misma Rousseff, en su primer discurso, tiende un puente que otros personajes influyentes no ven por ninguna parte. “El gobierno de Lula se caracterizó por la intolerancia y el abuso del poder político. Espero que eso cambie”, dice, por la mañana, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, quien acusa al PT y a Lula de ser “dinamitadores de puentes”.
Tampoco Lula es diplomático. Luego de votar en su casilla de Sao Bernardo do Campo, dice que ve “empequeñecido” a Serra luego de esta campaña.
Serra deja pasar el golpe, pero no así su candidato a vicepresidente, Antonio Indio da Costa, quien, siempre ocurrente, dice que Lula sale de la Presidencia “del tamaño de un playmobil”.
Fue su reaparición estelar, porque el candidato a vicepresidente prácticamente estaba fuera de la campaña, debido a sus constantes declaraciones del tipo de “todo el mundo sabe que el PT está ligado a las FARC, ligado al narcotráfico”.
Pero su joya fue contra Rousseff y supuestamente en favor de Serra: “Para una atea debe ser duro tener un adversario que cayó del cielo”.
A personajes como él se refiere Marco Aurelio García cuando dice que Serra hizo una campaña “fundamentalista” de la mano de “lo peor en la política”.
¿Por qué diablos ese Lula escogió a una mujer?
En la noche de su triunfo, la única mala noticia para Dilma Rousseff es que el abstencionismo supera al registrado en la primera vuelta (18.2 por ciento). En este segundo turno, 29 millones de electores no acudieron a las urnas, pese a que el voto es obligatorio. La cifra iguala a la registrada en la elección de 1998, cuando Cardoso fue electo presidente.
Pero quizá ese dato quede en el olvido y cuando se recuerde esta elección se acuda a unas frases que el presidente Lula pronunció en el primer mitin de la segunda vuelta, cuando pidió a los asistentes hacerse la siguiente pregunta: “¿Por qué diablos ese Lula, con tantos hombres a su alrededor, tantos hombres cerca de él la vida entera, fue a escoger a una mujer para ser presidente de la República? Yo podría haber escogido un diputado, un senador, un gobernador ¿Por qué fui a escoger a Dilma? Hoy estoy convencido que mi decisión fue correcta”.
Las urnas, al menos, le dieron la razón.

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