Se pierde el oficio de bajador de cocos
RODOLFO VALADEZ LUVIANO (Corresponsal)
El desinterés de los jóvenes por trabajar en el campo ha hecho que el oficio de bajador de coco poco a poco decaiga en esta región, a pesar de que el precio del kilo de copra, a diferencia de hace 20 o 30 años, tenga un valor muy elevado, y con ello, que sea una de las labores mejor pagadas en Costa Grande, aseguró José Juan Rumbo Sánchez, quien ha dedicado 27 años de su vida a esa actividad.
En Tecpan, como en muchos municipios de Costa Grande y Costa Chica, las familias se han mantenido económicamente de la comercialización de ese producto, a pesar que al paso de los años su bajo costo obligó a los productores a olvidar sus huertas o sembrarlas con otros árboles que les redituaran mejores ganancias.
Antes, cuenta el bajador, eran numerosos los grupos de hombres que se dedicaban a tumbar el coco. “Era tanto el trabajo que teníamos, que en ocasiones acabábamos de bajar en una huerta y al día siguiente comenzábamos con otra y según el tamaño del terreno sembrado era el número de bajadores que intervenían para llevar a cabo esa actividad, si era grande, éramos hasta ocho bajadores con sus peones y así respectivamente”, explicó el habitante de la comunidad de El Cerrito en esta ciudad.
Actualmente, lamenta Rumbo Sánchez, es más fácil que un adolescente piense en irse a trabajar a los Estados Unidos que dedicarse a la bajada, “porque no quieren estar bajo los rayos del sol o ensuciarse en el polvo del campo”.
Mientras amarraba con ligas, hechas de cámara de llanta, las varas que usa para hacer su faena, el trabajador explicó que las mismas son de una madera llamada otate, “el cual sólo se da en la sierra del municipio y cuyos carrizos son flexibles y manejables, “hay que saber varear, porque eso es precisamente lo que buscan los dueños de la cosecha, alguien que varee y que organice a la gente para hacer la tumba lo antes posible para poder venderla”.
Sin embargo, no basta con ser ágil, también se debe ser precavido “porque muchos compañeros han sufrido accidentes que les ocasiona lesiones importantes por no querer hacer bien las cosas, como que le caiga un coco en la cabeza o que las pencas, que bajan de la palma a gran velocidad, les corten una parte del cuerpo ”, puntualizó.
Con más de 25 años de dedicarse a lo mismo cada mañana, el hombre, de aproximadamente 45 años, recordó que desde pequeño, al ver a su hermano mayor realizar la bajada, se sintió atraído por la tarea, ya que gracias a la práctica y al interés que ha puesto en ello, dijo, ha logrado ser considerado uno de los mejores bajadores de Tecpan.
El hombre remembró que durante la época del presidente Carlos Salinas nadie quería la copra de Guerrero y fue el tiempo en que más bajó su precio, “lo que orilló a los dueños de los campos a dejar de cosechar porque les resultaba muy caro bajarlo y jimarlo, por eso es que muchos prefirieron sembrar mango”.
Pero, añadió, desde hace unos 12 años el precio de la copra se mejoró y poco a poco vuelve a ser el producto que da ganancias a las familias, “como era antes”.
Mientras equilibraba su vara para bajar de lo alto de una palmera de unos 15 metros de altura, un racimo que al día siguiente sería jimado, José Juan se dijo preocupado porque, ya sea por una u otra cosa, cada vez van quedando menos, “porque los muchachos se niegan a aprender a pesar de que se trata de un trabajo que deja buenas ganancias para vivir cómodamente con la familia, ya que se gana entre 400 o 500 pesos diariamente si es que por las tardes no nos cae más chamba”.
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