Los jóvenes y su intelecto son la mejor esperanza del planeta: Jane Goodall
¿Dra. Jane, realmente conservas la esperanza?, después de ver cómo matan a los chimpancés y destruyen los bosques. ¿Esperanza? en un mundo asediado por la pobreza y el cambio climático. Existen varias razones para creer que sí, rememora la primatóloga con preguntas que es una y ha conjuntado en su andar por países de todos los continentes, porque la esperanza también la ha recolectado alrededor del globo.
La científica es conocida por haber hecho algunas de las más importantes aportaciones de la primatología, tras realizar investigaciones torales hace más de medio siglo en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania. Hoy, y desde hace más de dos décadas amplió su misión a otros primates: nosotros. Pero ésta no es un análisis conductual; Jane Goodall es Embajadora de la Paz por la ONU y su trabajo es enfatizar e inspirar esperanza, mismo por el cual visitó México y realizó una presentación ante centenares de estudiantes en la Universidad Iberoamericana.
A partir de 1986, relata, una reunión internacional de expertos en primatología la hizo viajar para conocer un mapa de la situación de los chimpancés y su hábitat en África. Se encontró con más problemas que estos, entendió cómo todo estaba conectado y cómo el mejor símbolo de esperanza recae en los jóvenes.
“A lo largo de este tiempo he visto el recrudecimiento de muchos problemas: alimentación, cambio climático, energía, agua, pobreza, destrucción naturaleza… Encontré muchos jóvenes que habían perdido la esperanza, que permanecían enojados, deprimidos o apáticos, porque otras generaciones habían empeñado su futuro y pensaban que no había nada que pudieran hacer”.
‘Si eso es lo que crees —dice en referencia y a manera de respuesta a estos grupos— estás absolutamente en lo correcto, y puedes contribuir a ello: destruyéndote a ti mismo’. Veo a mis nietos y jóvenes alrededor del mundo y percibo un sentimiento de desesperación, pero hay muchos más que quieren buscar cambiar las cosas, entonces, no es cierto que no podamos hacer nada”.
Hace alrededor de 20 años, nació la organización Roots and Shoots, que busca concentrar a esos jóvenes que quieren mejorar su entorno a partir de tres aspectos: los animales, las personas y el medio ambiente.
El mensaje de la organización con sedes alrededor del mundo es “cada uno de nosotros puede hacer la diferencia todos los días: decidir qué comprar, comer o vestir; conocer de dónde provienen y pensar las consecuencias de su producción al planeta”.
El mensaje de la organización con sedes alrededor del mundo es “cada uno de nosotros puede hacer la diferencia todos los días: decidir qué comprar, comer o vestir; conocer de dónde provienen y pensar las consecuencias de su producción al planeta”.
En México, Roots and Shoots ha trabajado con la organización Unidos para la Conservación en un ejido de caobas en el sur de Yucatán. El grupo ha logrado que un equipo de mujeres haya obtenido una certificación para explotación sustentable de la madera en su comunidad. El beneficio es para todos, ecosistema y población, pero es sólo un ejemplo que desde varias aristas, contextos y paisajes, se replica con éxito.
“Puedo sacrificarme protegiendo chimpancés y bosques, pero qué sentido tiene si no hay generaciones nuevas que las protejan el medio ambiente. Estos jóvenes en todo el mundo son extraordinarios y están haciendo la diferencia todos los días”.
CEREBRO. Los jóvenes son esperanzadores para la científica inglesa, pero no sólo sus acciones, sino la suma de su intelecto.
“Nuestro cerebro e intelecto, producto de la evolución, es el más grande que haya en este planeta, pero parte de él está destruyendo el planeta. Pero también podemos utilizarlo para hacerlo mejor. El cerebro humano es una razón para tener esperanza, si lo unimos con el corazón”.
Para ella, una de las razones por las que hemos enfermado tanto el planeta es porque hemos perdido algo llamado sabiduría. Cuando tomamos una decisión el día de hoy, enfatiza, debemos preguntarnos cómo su efecto afectará a las personas de las próximas generaciones. Pensemos entonces ¿cómo está decisión puede ayudarme ahora, a mi y a mi familia?, en los próximos meses o en mi carrera política.
“Parece que hemos desconectado esto del corazón humano, del sitio del amor y la compasión. Serán entonces los jóvenes quienes enlacen cerebro y corazón de nuevo y tomen decisiones más sabias, que lleguen hasta los políticos”.
No queda mucho tiempo, tampoco se puede desperdiciar en enojo, depresión ni apatía, por ello Jane enfatiza a los alumnos y asistentes a su plática: “no sólo señalen a las personas para culparlas sin pensar primero ¿estoy haciendo lo que a mi me toca?”.
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