martes, 13 de marzo de 2012

Caña de azúcar, viable para producir bioetanol
México tiene entre 7 y 10 años para resolver su problema de generación de energía, afirmó Aaron Jazcilevich, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, quien plantea la importancia de modificar nuestro paradigma energético y volver la mirada a las fuentes sustentables
Un análisis de ciclo de vida y balance energético realizado por investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, sugiere que la caña de azúcar es una materia prima ecológicamente viable para la producción de bioetanol.
Aaron Jazcilevich Diamant, investigador del CCA, señaló que sus resultados indican que el etanol de azúcar tiene un balance positivo de gases de efecto invernadero con respecto a los combustibles fósiles, además de que su proceso de obtención permite la producción de azúcar y, al mismo tiempo, generar y exportar electricidad.
Incorporando tecnologías que aumenten la producción, como el riego por goteo y las variedades mejoradas de caña de azúcar, el precio del bioetanol podría incluso ser competitivo con respecto a la gasolina, como ya sucede en Brasil, agregó.
El doctor en matemáticas aplicadas aseguró que no puede haber un cambio de paradigma energético de la noche a la mañana, y que los cambios tecnológicos tienen que seguir ciertos ritmos para competir en el mercado.
En este sentido, afirmó que es indispensable llevar a cabo estudios de ciclo de vida que son herramientas para evaluar los impactos ambientales de un producto durante todas las etapas de su existencia, desde su extracción producción, distribución, uso y desecho. Estas evaluaciones no pueden ser globales, aclaró, sino regionales, zona por zona, incluso dentro del mismo país.
Para hacer nuestra evaluación hacemos preguntas sobre el balance hídrico y el balance del contenido orgánico del suelo, la sustentabilidad de la producción, emisiones en general y cuestiones socioeconómicas, abundó.
El investigador dio a conocer que parte de su investigación se llevó a cabo en el ingenio Tamazula, una empresa privada localizada en el estado de Jalisco, donde la producción de azúcar se lleva a cabo de manera sustentable.
Algunos aspectos de este manejo sustentable son el empleo de sistemas de riego por goteo para incrementar la producción y el uso de las sobras de la producción de azúcar para la producción de abono orgánico, el cual se devuelve a los agricultores para que abonen el suelo donde siembran la caña de azúcar.
Por otro lado, destacó que gracias a este proceso, el ingenio Tamazula va a cogenerar 30 mega watts, con lo que podrá dejar de comprar electricidad.
El también maestro en comunicaciones y control, dijo que lo anterior demuestra que, a diferencia del etanol de maíz, el etanol fabricado a partir de caña de azúcar puede no sólo ser independiente energéticamente, sino que incluso puede generar electricidad para exportar.
La energía que se utiliza para la producción de los biocombustibles como el bioetanol de azúcar, acotó, es mayor que la energía que se utiliza para la producción de gasolina. Sin embargo, la producción de un biocombustible como el llamado "tamazula modernizado" puede ser más conveniente si la mayor parte de la energía que se utiliza es renovable.
Jazcilevich Diamant comentó que sus investigaciones también permiten estimar la fuerza de trabajo que el uso de cierta tecnología para la producción de energía va a requerir.
En el caso de México, indicó, tenemos entre 7 y 10 años para resolver el problema energético y ese es el tiempo con que nuestro país cuenta para producir los ingenieros, especialistas y toda la fuerza de trabajo que las nuevas tecnologías exigirán para lograr la transición energética.
El científico insistió en que los cambios tecnológicos tienen que ser precedidos por estudios amplios de análisis de ciclo de vida y balance energético, para evitar situaciones como el automóvil de celdas de combustible que funciona con hidrógeno en Estados Unidos.
En este caso, consideró, la tecnología ya se encuentra disponible, el automóvil ya está en el mercado; sin embargo, no existe la infraestructura para proveer adecuadamente de hidrógeno a los usuarios, sin contar el hecho de que la mayor parte del hidrógeno se produce a partir de metano, carbón o petróleo, todos ellos combustibles fósiles.
Aaron Jazcilevich expuso los resultados de sus investigaciones en el Seminario Internacional América del Norte: el cambio climático y la promoción de biocombustibles en México organizado por el Centro de Investigaciones Sobre América del Norte y el Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM

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