Derecho a la educación e inclusión social
El libro Plan de 10 años para desarrollar el Sistema Educativo Nacional es producto del trabajo de un grupo, que ilustra, una vez más, que la UNAM es inteligencia colectiva al servicio de su sociedad.
El conocimiento es lo que hace inteligible el presente de un país. Así, el conocimiento de la historia de México, la de su sistema educativo, ayuda a explicar los avances y los retrocesos, que los mexicanos hemos tenido en términos de democracia, bienestar y desarrollo. Igualmente, permite comprender el momento actual.
El remodelamiento social, político, económico y cultural del país que los mexicanos estamos demandando al Estado exige que éste refrende y renueve su compromiso con la tarea educativa, con una mayor participación efectiva de las instituciones educativas y de la sociedad en su conjunto.
México, y su sistema educativo, han llegado a un punto en el que la práctica política necesita una renovación sustancial, cambios cualitativos de fondo, sin perder la memoria y los compromisos sociales que han marcado nuestra historia. Las ideas políticas y sociales que fundan nuestro Estado Nacional gestaron la identidad mexicana y la convivencia social en un marco de derechos y obligaciones que combate la desigualdad social, la pobreza y la violencia. Lo expresado en los Sentimientos de la Nación, de José María Morelos, de ser ideales deben, al fin, traducirse en realidad. Porque en su historia México ha buscado ser un país independiente, democrático, solidario, humanista, igualitario, justo y próspero.
Y, en esta búsqueda hemos puesto a la educación en un lugar central. En el México actual, la educación es un derecho humano y social de todo individuo y es una obligación del Estado impartirla, cuando menos hasta la enseñanza media superior. Remato este punto subrayando, una vez más, la estrecha relación que existe entre la estructura de la educación y el desarrollo.
Si hubiera que resumir el objetivo del libro diría que constituye el cumplimiento de la responsabilidad pública que tiene la UNAM de aportar conocimiento referido a los problemas nacionales. El libro deja constancia que los universitarios queremos contribuir a la construcción de un mejor país. Demuestra nuestro empeño por participar activamente en la transformación del sistema educativo, en beneficio de todos, y para que tengamos una estructura productiva más competitiva.
Ubicados en el siglo XXI, quienes hemos escrito el libro, estamos convencidos de que a través de la educación se construyen consensos, con elementos de unión que permiten superar contradicciones, respeto a las diferencias y mejores niveles de cultura y de vida. Junto con tal convicción, y por el carácter público de la UNAM, estamos obligados a pugnar por la permanencia de la educación como bien público y por brindar educación de calidad a todos y todas.
La educación de calidad, y no sólo la asistencia a la escuela, es un derecho de los mexicanos y una obligación del Estado. Su cumplimiento efectivo está ligado al principio de inclusión social.
El diagnóstico que hemos hecho revela que, actualmente, tenemos un sistema educativo numeroso, con más de 33 millones de estudiantes. También, que hay problemas de cobertura y que lo urgente es avanzar en términos de equidad y de justicia. El reto es mejorar calidad y pertinencia, replantear y fortalecer los esquemas de formación que potencian las capacidades de la planta docente, en todos los niveles escolares, así como de su evaluación.
El esfuerzo de avanzar en el terreno de la educación es enorme. El diagnóstico realizado demuestra que la educación de menor calidad está asignada a las personas más pobres en el país. Es imperativo romper esta inercia estructural, para que la inversión educativa sea más equilibrada entre las regiones de México y para atender a los grupos indígenas, a quienes, en buena medida, el país debe su especificidad histórica, su riqueza cultural, proyección y reconocimiento internacional.
México no podrá elevar su nivel de vida y de competitividad internacional si no acaba con el analfabetismo y el rezago educativo. En el 2010 en el país había casi 6 millones de analfabetas y casi 32 millones en rezago educativo entre la población de 15 años y más. Como tantas veces ha señalado el Rector de esta casa de estudios, estas cifras son el más claro indicio del déficit en el cumplimiento del derecho a la educación, pero también uno de los mayores obstáculos para la inclusión social plena y para participar en las tareas que el desarrollo nacional requiere en el futuro.
A pesar de los avances logrados en cobertura, los datos que aparecen en el libro dejan claro el incumplimiento con el compromiso educativo. El nivel preescolar sólo lo cursa el 83 por ciento de los niños, aunque es cierto que en primaria y secundaria la cobertura se acerca a la universalidad. Por su parte, en educación media superior y, más aún, en la superior, persisten déficits evidentes: en el 2012, la cobertura en el bachillerato fue del 75 por ciento y en educación superior de cerca del 35 por ciento. Hay diferencias notables entre entidades federativas y regiones.
El tema de la condición juvenil contemporánea no es ajeno a la educación y, por ello, el libro lo aborda explícitamente. La carencia de oportunidades para que accedan a la educación y al trabajo coloca a los y las jóvenes en posiciones de vulnerabilidad y exclusión social. La escasa relación entre educación y trabajo contradice e incumple abiertamente el compromiso social de relación entre el esfuerzo y el logro. El reto de vincular educación y trabajo es un reto que la UNAM está comprometida a enfrentar.
El libro entrega argumentos razonados a favor de un cambio en el modelo de desarrollo en el que se eliminen los excesos del mercado. Se argumenta la necesidad de crear un nuevo repertorio de políticas y normas, que permitan estimular el crecimiento económico y la generación de empleo decente, de tal manera que las instituciones recuperen la confianza social y cumplan con su cometido público.
El acceso y uso de las tecnologías de la información y comunicación a distancia deben ser vistos como oportunidad. La educación permanente, los cursos abiertos y a distancia brindan posibilidades inéditas para mantener calificada a la fuerza de trabajo y para distribuir el conocimiento de mejor manera.
Por otra parte, uno de los problemas nacionales de mayor peso radica en el campo de la cultura, en la pérdida de símbolos y de identidad. Para resolverlo, la educación, desde el nivel básico hasta el superior, tiene que acentuar la provisión de capital cultural a los estudiantes como parte de su formación.
Los próximos 10 años serán los tiempos del conocimiento y la información. Los mexicanos deseamos vivir en un país con un rumbo que nos lleve a instaurar una sociedad del conocimiento. Lograr este propósito requiere concebir a la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura como los pilares de la transformación de la sociedad. La tarea es compleja porque sólo se puede realizar cabalmente a lo largo de varias generaciones, aunque con la nuestra hay que empezar. Es muy laboriosa porque las tendencias nacionales y globales sugieren escenarios difíciles que tendremos que enfrentar para que México consiga una auténtica renovación económica, política, social y educativa.
Finalmente, el sistema educativo mexicano requiere retomar su filosofía y su misión acerca de la importancia de educar y de formar al ciudadano de este siglo. Las nuevas autoridades deben asumir la responsabilidad de conferir a la educación, la ciencia y la cultura el lugar de más alta prioridad para que México se transforme de acuerdo a los nuevos tiempos. Es el sistema educativo el que dará pleno soporte al cambio social. Es momento de hacer un compromiso histórico con la educación con una visión de largo plazo.